jueves, 3 de enero de 2013

la oferta y los porqués



08 de octubre de 2012

   Al día siguiente, mientras me arreglaba para ir a otro médico a ver si alguien es capaz de decirme lo que tengo, suena el teléfono. Veo un número muy largo, pero desde que tengo en venta la casa cojo todas las llamadas. Me dice una voz femenina que es nosequén de recursos humanos. Yo inmediatamente pienso que he entregado mal algún papel de la baja, y como están tan puñeteros con el asunto, me llaman para reclamármelo. Pero no. Me dice que han reconsiderado mi petición de baja incentivada y que me ofrecen una indemnización si me voy. Pero que tengo que decidirme ya, porque la oferta tiene un plazo limitado. Vamos, como las compras por internet. – Mira , le digo. En primer lugar voy a sentarme, porque no esperaba para nada esta llamada. Y en segundo lugar, tengo 46 años, llevo 23 trabajando en esta entidad, y como comprenderás, ésta no es una decisión que pueda tomar de un día para otro.
-Claro, claro. Lo comprendo.-dice la Boca de Sauron (más tarde empecé a llamarla así).- Pero no lo demores demasiado. Como mucho, podemos mantener la oferta hasta fin de mes. Considerando que estábamos a día 8 de octubre, el margen era razonable, pero no demasiado generoso. Ahora, a toro pasado, creo que fue mejor así. Las decisiones importantes se toman mejor cuando no hay un plazo demasiado extenso de actuación. Si tienes demasiado tiempo para pensar, lo único que haces es dar mas vueltas al asunto, marear la perdiz, que se dice, mientras que si tienes un plazo definido, eres más capaz de escuchar la voz de tu corazón, esa que muchas veces queda apagada por la de la razón o la lógica, y que yo estoy cada vez más y más convencida de que hay que tener en cuenta.
   Durante toda mi vida he intentado acallarla, obviarla y hacer las cosas como se supone que se deben hacer, o como todo el mundo espera o me dice que han de hacerse. Y, claro, así me ha ido. Pero esta vez, siento que hacerle caso a esa vocecita débil y tímida es casi casi una cuestión de supervivencia.
   La vorágine. Me quedo francamente noqueada cuando cuelgo el teléfono. Le he dicho a la Boca de Sauron, que por cierto, es bastante borde, que la iría llamando para hacerle los millones de preguntas que me irían surgiendo. No sé si estoy contenta, o asustada, o confundida. Empiezo a llamar y a wasapear a toda la gente cuya opinión me importa. Hay de todo. La mayoría no da crédito. Todos me han escuchado fantasear alguna vez con la idea de irme de la empresa, pero pocos me han prestado realmente atención.
   Al principio la gente se muestra espantada, pero cuando expongo mi situación, y mis razones, la gente que me quiere me apoya.
   Yo escucho a todo el mundo. Pero sé que la decisión es sólo mía. A mis labios viene una y otra vez la recurrida pregunta: “¿Tú que harías?”. Pero no voy a formularla. No lo hice cuando me divorcié, y mira que me vinieron ganas. Y no la haré tampoco esta vez.
   Los días que transcurren desde esa llamada hasta que tomo la decisión, son realmente angustiosos. Cada cinco minutos ´pienso una cosa distinta. Perfectamente meditada.Durante cinco minutos. Así todo el día. Y toda la noche. Las noches son lo peor. Me despierto sobresaltada varias veces. De nuevo la Fátima cuerda me susurra al oído
  -Pero tú estás loca¡¡¡¡Adonde vas a ir tú a tu edad, sin oficio ni beneficio, sin un duro, sin idiomas…. Pero cuando amanece, la Fátima loca me grita en el otro oído- Adelante¡¡¡¡ puedes hacerlo. Eres una buscavidas y siempre lo has sido. Haz de una puñetera vez lo que de verdad quieres en la vida.
    Y lo que de verdad quiero es viajar, conocer gente diferente, culturas diferentes, comidas, olores, costumbres diferentes. Y no es que quiera es que NECESITO hacerlo.
   Cada vez veo más claro lo que voy a hacer. Y tengo miedo. No es una decisión fácil. La gente que me aprecia al principio se aterroriza, porque me conocen y saben que cuando digo algo lo hago. Intentan disuadirme, pero cuando les digo por qué quiero hacerlo, casi todo el mundo lo comprende e incluso me anima. Soy tremendamente infeliz. Mi vida no me gusta nada. Detesto mi trabajo, no me gusta vivir en la ciudad dónde vivo que me hace la vida imposible. No tengo hijos, ni nadie a mi cargo. No tengo ni siquiera perro.
  Y sobrevolándolo todo, como un buitre carroñero de mal agüero cuya sombra siniestra lo envuelve todo, está la maldita crisis.
   Estoy en un trabajo en el que ves realmente el sufrimiento y el deterioro físico y moral que está sufriendo la gente, no sólo unos cuantos, no. La mayoría de la gente, porque prácticamente ya no quedan familias dónde no haya llegado la zarpa del buitre, de una forma o de otra.
   Y yo estoy convencida de que ese buitre, el culpable final de esta catástrofe en la que todo el mundo occidental está envuelto, son los bancos. Vale, puede que sea una lectura demasiado simplista de la situación, pero a pesar de todo creo que es correcta. Y yo no quiero ser cómplice de ésta gente, de estos carroñeros. Que encima quieren hacerme creer que la culpa es mía.
   Estas razones morales que también tienen un peso enorme en mi decisión, evidentemente no se las cuento a todo el mundo. Mi salud mental ya está bastante puesta en cuestión como para encima salir con esto. Pero es verdad. No quiero trabajar para el enemigo. Y aunque hasta ahora me intentado mantener bastante al margen, dentro de lo posible, se avecinan tiempos en los que cada vez me va a ser más difícil seguir haciéndolo. Se pasan el día amenazándonos, no sólo con la manida frase de “sobra mucha gente”, sino con la venidera “carterización”, que parece ser una especie de bestia negra mediante la cual cada empleado va ha tener una cartera determinada de clientes (yo más bien emplearía la palabra víctimas), a los que habrá que colocar cuantos productos tenga a bien la empresa. Y a los que no lo hagan,” ya saben”.
   Este tipo de lindezas nos la suelen contar los jefes cuando vienen de alguna reunión con los de arriba. Y cuando llegan a esa última frase amenazante, no sé por qué siempre me miraban a mí.
   Yo siempre me he negado a entrar en el juego. Jamás le vendería a un cliente un producto que no necesite o que no se adapte a sus necesidades. Ni hablamos de productos que me parezcan poco fiables, claro. De eso ya ni hablamos. Pero hay muchas formas de hacer daño. Por ejemplo, dando créditos en tarjeta a todo el mundo sin que ni siquiera los pidieran.- Pero si no lo necesito¡¡¡.- Sí hombre , firma, si es gratis si no lo usas. Y así ya lo tienes por si alguna vez te hace falta.
   Y así el cliente firma un crédito que no necesita y que tiene unas condiciones cercanas a la usura. Y que, desgraciadamente, lo más probable es que necesite en un futuro.
   Igual que cuando en la época de la bonanza, venía la cajera del Día y el reponedor de yogures del mercadona a comprarse un pisito modesto en un barrio humilde, y primero les cobraban una pasta por tasarlo, luego les decía que su humilde pisito valía 250.000. Les daban la hipoteca después de hacerles contratar un montón de seguros. Y ahora, que la cajera y el reponedor están en el desempleo, les dicen que no, que el pisito que ellos mismos les dijeron que valía 250.000 y además les cobraron una pasta por decírselo, no vale apenas 100.000.
   Y así, pintado quizás con unos trazos muy gruesos, pero no por ello menos ciertos, es como han sido las cosas.
   Además, son insaciables. No se conforman con nada. Todo es insuficiente para su pantagruélico apetito. Últimamente me acuerdo a menudo de los malos malísimos esos de los cómics cuyo objetivo es esclavizar al planeta.No sé por qué, pero me acuerdo de eso mucho últimamente.
   Y el problema de mi ex también me tiene más afectada de lo que quiero reconocer. Es muy duro ver a alguien a quien has querido tantísimo perdiendo la dignidad y la vergüenza de esta forma tan horrible. Todo el mundo que me encuentro me cuenta la misma historia, que va por ahí pidiendo dinero  . Hasta se ha atrevido a pedir dinero en nombre de mi madre en algunas tiendas dónde ella compra habitualmente. Es demasiado triste.
    Necesito poner tierra de por medio. Creo que ahora entiendo de verdad el significado de esa manida frase hecha.

1 comentario:

  1. Que historia tan grande Fátima y tan difícil de tomar , en hora buena , espero que te salga todo muy bien a pesar de todos los contratiempos que tengas , yo tengo una norma a pesar de todo sigue para delante pase lo que pase y si algún día te ves muy desesperas alguien te ayudara por tu genio que tienes

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