jueves, 17 de noviembre de 2016

SAINT PIERRE DE SOUCY. CHAMBÈRY. CONOCIENDO EL TERRENO

Desde que conocí el nombre del pueblo de la casita a cuidar, empecé a hacerme una imagen mental de cómo sería todo. Supongo que es algo inevitable. Al consultar en internet, solo aparecía una foto del ayuntamiento y poco más, así que no tenía mucha noción de lo que iba a encontrar. Tampoco de cómo sería la casa, aunque eso me importaba poco, la verdad. Y me hacía muchísima ilusión cuidar a los gatos ya la perrita Kukla, porque yo ahora no puedo tener animales. Mi apartamento es muy pequeño y llevo una vida demasiado itinerante para eso.
Llegamos a Saint Pierre bastante tarde. La acogida de nuestros anfitriones fue maravillosa y al día siguiente, cuando pudimos contemplar la maravilla que nos rodeaba, todas mis espectativas se vieron superadas con creces.
Nunca he tenido la experiencia de vivir en un pueblo, aunque pienso que me adaptaría bien a la vida rural (siempre que tenga un buen coche en la puerta y una ciudad a no más de media hora, claro). Este mes tengo la oportunidad de hacerme una idea aproximada de cómo lo llevaría.
La casita no se encuentra exactamente en Saint Pierre de Soucy, sino en un diseminado de unas doce o trece granjas que recibe el nombre de Les Domenges. La mayoría de los propietarios son familia entre ellos, y eso nos hace sentirnos un poco intrusos.
Tras acomodarnos y tomar el pulso a las labores domésticas, nos hemos dedicado a dar largos paseos por las inmediaciones, y descubrir en cada revuelta del camino, unas panorámicas realmente impactantes.

El bosque nos observa. Sé de una que nos haría escribir un relato sobre esta foto...:-)


 Estamos rodeados de montañas enormes. El masiff des Ecrins por un lado, el Mont Granier por otro, y otras muchas más, a cual más impresionante, aunque aún no conozco el nombre de todas. Tenemos cerca varios parques naturales y unas cuantas ciudades que nos apetece mucho conocer: Annency, Grenoble, Lyon, Turín... Como dicen los franceses, tenemos pan en la plancha, o sea, mucho trabajo por hacer.

Lago de Saint André

Saint Jean de pied Gauthier

Otra perspectiva de Saint Jean

Los sábados hay un mercadillo callejero en Chambery que nos han dicho que está muy bien, así que, por supuesto, en nuestro primer sábado por estos lares no hemos dirigido allí en tren desde Motmelian. Nunca me canso de decir lo mucho que me gusta viajar en tren aunque en este caso el trayecto es tan cortito que me quedo con las ganas de más. El nombre de la ciudad ha servido a algún amigo madrileño para hacer un chistecillo: que si voy a ver la calle Santa Engracia, sus chulapas, el cine Luchana...muy castizo todo. Habrá que investigar a ver si hay alguna relación.

Estación de Chambery

La lluvia deslució un poco la visita, aunque no nos pudo impedir regalarnos con una buena bandeja de ostras y unos vinillos blancos en el mercado. Aunque lo mejor de todo es el animadísimo ambiemte de sábado que reina por todas partes. Compramos un montón de quesos y algo de embutidos. Y vino, claro.
También hemos descubiertos las pretensiones separatistas de Saboya, que yo, pobre ignorante, desconocía por completo. Este grupo de Saboyanos airean sus reivindicaciones cada sábado en la puerta del antiguo senado de la ciudad, que fue capital de Saboya

Reivindicando la independencia de Saboya
Nuestro próximo destino, Annecy, dicen que una de las ciudades más bonitas de Francia. A ver si es verdad¡


miércoles, 16 de noviembre de 2016

DE NIZA A GRENOBLE. LA RUTA DE NAPOLEÓN

¿Sabes esa sensación de cuando no quieres probar una comida porque estás convencida de que no te va a gustar? Y luego decides a hacerlo y te sorprende gratamente. Pues algo parecido me ha pasado con Niza. He tomado solo un par de cucharadas, porque una mañana en una ciudad no da para más, pero me han quedado ganas de apurar el plato.
   Ya me advirtieron que se daba un aire a Málaga, y así me ha parecido. La playa (inmensa) dentro de la ciudad, el paseo marítimo, la luz y el color de nuestro mediterráneo. Vamos, que me he encontrado como en casa.
Niza

  Además, en un mercadillo, los mangos tenían este singular origen

Atención al origen de los mangos






Había varias opciones para llegar a Saint Pierre de Soucy, pero al final nos decidimos por la que llaman Ruta de Napoleón. Claro que no es la más corta, ni la más rápida. Pero hace tiempo que  no me interesa ir por el camino más fácil, sino por el más bonito. La ruta en realidad no comienza en Niza, sino cerca de Cannes y llega hasta Grenoble.
 En marzo de  1815, Napoleón escapó de su exilio en la isla de Elba y se dispuso a recuperar su estatus de Emperador. Para ello, planea llegar hasta Grenoble por una ruta discreta y desde allí alcanzar París para encasquetarse otra vez la corona imperial.
Ël tardó en llegar a su destino una semana, aunque la corona le duró en la cabeza solo 100 días, justo hasta que llegó a Waterloo, una ciudad que hizo perder un Imperio a Bonaparte y ganar un festival de Eurovision a Abba. Qué cosas.
Nosotros recorreremos esta ruta en unas seis horas y espero que nuestra estancia en los Alpes sea más afortunada que la de Napoleón en París.
Nos habíamos propuesto pasar la noche en Saint Pierre de Soucy, nuestro destino final, así que nos planteamos disfrutar de la belleza del camino desde el coche, haciendo solo pequeñas paradas cuando los cañones, los lagos o los preciosos pueblecitos que atravesábamos fueran tan espectaculares que nos obligaran a detenernos.
 Imaginad una carretera que atraviesa las gargantas del Verdón  y va subiendo por los Alpes. No sabría decir que parte me ha parecido más impresionante.  La llegada a Gap ha sido realmente espectacular.
 Cuando digo imaginad, lo digo en sentido estricto, porque sigo sin encontrar las fotos. Paciencia. Aparecerá alguna. Mientras, os dejo unas cuantas de la gran nevada que nos ha caído hace unos días aquí, en Saint Pierre





Me muero de ganas de ir a desayunar a este pueblo

Para mis amigas feministas

martes, 15 de noviembre de 2016

DESDE MÁLAGA A SAINT PIERRE DE SOUCY I

Cuando planeamos de qué manera llegaríamos a nuestro destino, los tres estuvimos de acuerdo en que queríamos hacer del camino un regalo más. No nos planteamos ni por un momento coger un avión a Grenoble o a Lyon, sino disfrutar del trayecto y hacerlo relajadamente. No nos apetecía nada darnos una paliza de coche y llegar a Saint Pierre de la forma más rápida. Así que nuestra primera parada, en donde solo pasamos la noche fue un pueblo de Zaragoza, en los Monegros llamado Bujaraloz. Ya allí notamos el fresquito premonitorio de lo que nos esperaba, en contraste con el calor del "veroño" malagueño.
  Nuestro siguiente destino es Carcasson, esa bellísima ciudadela medieval, de la que guardaba un estupendo recuerdo. Llegamos a una hora en la que el exceso de turistas nos impidió disfrutar de un buen paseo y de la visión mágica de las murallas desde el puente viejo. Algún día alguien se dará cuenta del efecto patético que produce entrar en una fortaleza medieval y encontarla llena de franquicias. Espero.
   Aún así me deleité con  un maravilloso casulette, plato típico de la zona, contundente donde los haya y que podría recordar un poco a la fabada.
 Pasamos la noche en Beziers, que nos ofreció una temperatura muy paseable para noviembre. Sin embargo, por la calle, ni un solo francés. Solo nosotros y buena parte de la comunidad inmigrante, árabes en un mayoría. El peso de las costumbres, supongo.
Decidimos desayunar frente al mar al día siguiente, y para ello nos encaminamos a Sète. En el trayecto, nos topamos en varias ocasiones con el Canal de Midi, la via fluvial que va desde Sète a Toulousse y allí se une al Canal de los dos Mares, que llega hasta el Atlántico. Varios amigos han hecho la navegación y yo, viendo estos impresionantes paisajes, me lo apunto como cosa imprescindible a hacer antes de cascarla. Dicen que no hay que saber navegar y que es una experiencia maravillosa. Solo se necesitan dos personas para abrir y cerrar las esclusas, así que la aventura en solitario queda excluida.
   Sète nos sorprende con su belleza áspera y elegante a la vez, con una mezcla de rudeza portuaria y delicadeza veneciana. Disfrutamos de un delicioso desayuno con vistas a uno de sus canales. Vuelvo a constatar que los croissants en Francia saben mucho mejor que en ningún sitio.
 Nos encanta el ambiente del mercado, ya sabéis que son una de mis debilidades. Con el sabor en nuestras bocas de unas deliciosas ostras, nos dirigimos hacia Aix-en- Provence.
   La antigua capital de la Provenza está también tomada por los turistas. Es sábado, hace un día soleado y las calles, los comercios y los restaurantes bullen de gente. Qué contraste con la desiertas calles de Beziers. Aix en una ciudad pequeña y muy agradable. No se puede decir que su atractivo resida en algún monumento especial. Es más bien el ambiente en general de sus calles, en sus incontables fuentes y en el encanto de muchos de sus edificios. Hay una concentración de moteros que hacen de las suyas en una de las avenidas principales. Sus humos y petardeos están bastante fuera de lugar en esta ciudad. Bueno, a mí me parecerían fuera de lugar en casi cualquier sitio, la verdad.
   Es difícil hacerse una idea de una ciudadcuando pasas solo unas horas en ella. Probablemente, la impresión que te lleves sea poco acertada y aún así, te acompañará para siempre, o al menos hasta la próxima vez que el torbellino de la vida te arrastre a ella.  Yo sostengo que las filias y las fobias hacia las ciudades que conocemos dependen básicamente de cómo lo pasemos en ellas. Así que, afortunadamente, yo estoy teniendo muy buena impresión de todas las que llevamos visitadas.
   La Costa Azul es uno de esos lugares que siempre digo que quiero visitar, pero donde nunca me decido a ir. Me parece adecuado conocerlo como estamos haciendo estos días, de pasada y sin muchas pretensiones de profundidad. Saint-Tropez, Niza, Mónaco, me traen a la mente imágenes de galanes trasnochados haciendo ski acuático, señoras maduras enjoyadas con caniches en su regazo y deportivos rojos circulando a toda velocidad por carreteras sinuosas. Tópico, ya lo se, pero qué queréis, es lo que tiene el subconsciente, que tira mucho del imaginario colectivo.
   Dispuestos a renovar clichés manidos, nos encaminamos a Saint Tropez. como cabía esperar, ni rastro de galanes ni de señoras con turbante. Deportivos rojos sí que vimos, en el tremendo atasco que tuvimos que soportar para acceder a la ciudad. Era el día de una especie de rastro de saldos invernales y había una concentración de gente digna de primer día de rebajas en unos grandes almacenes. Nos chocó que nos registraran para acceder al mercadillo, que estaba en plena calle. Apostados en algunas esquinas, polis con metralletas enormes. Triste legado de los tiempos que vivimos. Triste e inútil, además.
   El paseo por el puerto es como todos los paseos por todos los puertos deportivos ricos del mundo. Si hay algo que me aburra más y que me provoque más rechazo que el lujo, es la ostentación. Las callecitas del casco antiguo, sin embargo, son verdaderamente agradables de pasear.
   El buen tiempo nos está acompañando durante todo nuestro recorrido. Hacemos acopio de calor y de luz solar en previsión de lo que nos espera en las montañas.
   Montecarlo es nuestra siguiente meta. Cuando contemplo la panorámica de interminables rascacielos hacinados con apenas unos metros de separación entre unos y otros, dos preguntas me vienen a la cabeza. Una es: ¿ Cómo es posible que se pagen cifras astronómicas por un metro cuadrado en esta colmena claustrofóbica? La otra, ¿Cuándo anduvo Jesús Gil por aquí?
Montecarlo

 A pesar de todo, la caminata por el paseo marítimo y la ascensión a Mónaco Ville, la ciudad vieja, resulta muy agradable. No hay nada que no se arregle con buena compañía. Si hubiéramos tenido más tiempo, me hubiera gustado visitar el Museo Oceanográfico.
   Niza nos espera para dormir, pero, después del día tan intenso que llevamos, tendrá que seguir esperando hasta el día siguiente
   P.D. Prometo muchas más fotos para las siguientes entradas. He borrado sin querer todas las que tenía de esta parte del viaje ( mi vieja e inveterada pelea con los puñeteros cables y los malditos botones)


miércoles, 9 de noviembre de 2016

OTOÑO EN LOS ALPES

Para una malagueña urbanita, despertarse y ver caer la nieve es un acontecimiento extraordinario. Claro que no es la primera vez que me ocurre, pero puede que nunca me haya encontrado en un entorno tan maravilloso como hoy. Así que ni corta ni perezosa, me he puesto toda la ropa de abrigo que he encontrado, me he calzado mis botas de apreski y me he tirado al camino dispuesta a disfrutar de un paseo bajo la nieve.
 Ponerse aquí botas de apreski supongo que es una catetada similar a ir con el bikini por el paseo marítimo, pero son tan monas y tan calentitas que no he podido evitarlo. Kukla, perrita valiente donde las haya, se ha atrevido a acompañarme.
¿No os he presentado aún a mis acompañantes? Pues ya va siendo hora
Esta es Kukla. He puesto esta foto porque ella está muy guapa, aunque yo estoy horrible. A nuestra espalda, el massif des Ecrins



Este es Barri. Se llama así por la canción de Barricada en blanco y negro. Como se puede imaginar, me enamoré en el momento en que lo vi


Y esta es Ardilla. le falta un ojo y es supertímida. No entra en casa ni cuando nieva. Me he propuesto conseguirlo antes de que termine el mes. De momento, no he tenido mucho éxito, que digamos.
   También tengo un par de acompañantes humanos, pero son más tímidos aún que Ardilla y no quieren salir en el blog.
   Hemos dado un paseo maravilloso, aunque no muy largo. Está cayendo una nevada importante. Nos dijeron que aquí no nevaba casi nunca...que no cuajaba...que caía solo en las cimas...En fin.
 Yo soy de calor y de veranito, pero a estas alturas tengo que reconocer que estaba bastante cansada del interminable verano malagueño. De todas formas, siempre temo al frío, así que la única pregunta que hice antes de venir fue si la casa tenía calefacción. La casa tiene calefacción, afortunadamente. El único pequeño problema es que no funciona, Eso sí, tenemos un maravilloso chubesqui que mantiene la casa más o menos caldeada. Y para entretenernos en las largas tardes, encendemos el horno y hacemos cositas deliciosas...

Tarte Tatin y manzanas asadas hechas con manzanas de nuestro manzano



Las vides nevadas. Está todo lleno de viñedos


Kukla en el castañar. Aquí distinguen entre dos clases de castaños y sus frutos: el chatagnier que da chatagnes y el marronier que da marron. Uno de los dos tiene el fruto más grande y de más calidad y es el que se usa para hacer el marron glacé y todas esas cosas ricas que hacen por aquí, pero no recuerdo cual era. Hablando de cosas ricas, ya he reventado la cremallera de uno de los pantalones que he traído, pero es que es mucha la provocación. Los croisants para desayunar, los quesos, que por más qe lo intento no consigo nunca acordarme de cuales he probado y cuáles no, y tengo que volver a empezar. un sinviví, como diría mi amiga Isa, que en esta aventura no ha podido acompañarme.

Ha sido un paseo maravilloso. Lástima de las noticias al volver a casa. Siempre hay alguien que te estropea el momento, claro. Como alguien ha dicho en Twiter, solo espero que Trump se porte como un verdadero político y no cumpla ninguna de sus promesas.

á bientôt



lunes, 7 de noviembre de 2016

NUEVAS AVENTURAS



Pues andaba en la tarea de crear un nuevo blog para contar mi próximo y deseado viaje, cuando se me ha ocurrido...¿por qué no seguir con el mismo blog? ¿Qué me impide seguir usando este dominio (o como de llame) para volver a compartir experiencias viajeras? .
 Yo soy muy de ahorrar recursos y de simplificar las cosas. En todo. Si algo se puede decir con dos palabras, no uses tres. Y si un blog vale para contar un viaje ¿por qué no puede valer para contar dos?¿o tres? ¿o quinientos veintisiete? Así que aquí estoy de nuevo dispuesta a intentar que veáis a través de mis ojos, que sintáis a través de mis sentidos y que disfrutéis conmigo, una nueva experiencia que presiento va a ser muy especial. Un destino que se insinúa lleno de paisajes impresionantes, naturaleza por un tubo, encantadores pueblecitos medievales y la deliciosa gastronomía y enología ( o como se diga correctamente) de nuestros queridos vecinos galos.
Pues sí. Me voy  a los Alpes. A un pueblecito minúsculo y perdido de la Saboya que se llama Saint Pierre de Soucy.
Sería largo y engorroso de explicar cómo ha llegado hasta mí este regalo, la posibilidad de pasar casi un mes entero viviendo en una casita en este bucólico enclave. Solo diré que gracias a gente maravillosa que me rodea y a esas casualidades que a veces suceden en la vida, voy a poder disfrutar de este privilegio. Y doy gracias a la vida por todo ello. Por la gente y por el privilegio.
   Si hace apenas cuatro años alguien me hubiera dicho que un día al levantarme disfrutaría desde mi ventana de mil colores otoñales, o que sería testigo de la caída de las primeras nieves sobre la inconfundible silueta del Mont Granier, me hubiera parecido un sueño inalcanzable.
 Si alguna vez desde que decidí cambiar de vida hubiera albergado la más mínima duda sobre si tomé la dirección correcta, esta experiencia la disiparía de un plumazo.
En julio de este año tuve mi primera experiencia como "guardesa" y fue tan satisfactoria que me encanta poder repetirla. Tengo que confesar que, como aún me encuentro en un punto de incertidumbre sobre mi futuro laboral, no me importaría dedicarme a esta actividad, aunque ni siquiera se si se puede considerar como tal, la verdad.
   Siempre me he confesado francófila. Siempre he soñado con la posibilidad de vivir durante un tiempo en este país y, más concretamente, en una zona rural. Cuando cruzaba por esos encantadores pueblecitos en mis viajes en autocaravana, siempre me preguntaba cómo servía vivir en un sito así. Pues bien, este mes voy a experimentarlo, y me encantaría compartirlo con vosotros


Esta es la entrada a la pequeña población donde viviré este mes, y la perrita que cuido, Cucla
Las primeras nieves sobre los Alpes...y ésto es solo el comienzo
Impresionante, eh?