26 de noviembre de 2012.
Cómo pasa el tiempo. Un viaje
como el que tengo intención de hacer tiene un montón de tarea, y tengo que
empezar ya si no quiero que me pille el toro. Tengo cita esta semana para el
tema vacunas, tengo que mirar el seguro de salud, los visados, el presupuesto,
los vuelos. Ha habido un cambio de planes. Yo iba a salir con Dani y Pilar para
empezar juntos y luego cada uno seguir por su lado. Pero al final
ellos no van a salir hasta marzo y yo desde luego quiero irme antes. Así que al
final tendré que partir sola.
Lo único que me impide
disfrutar al cien por cien de mi nueva situación es la venta de la casa. Estoy
realmente preocupada, porque si me voy sin venderla no voy a estar tranquila
del todo, que es lo que yo necesito. No se ya lo que hacer. Inmobiliarias,
flayers, portales de internet, carteles de se vende…pero no hay forma. Sólo me
falta irme al paseo marítimo con un cartel tipo vendo oro, pero que ponga vendo
casa. Lo peor es que me toma muchísimo tiempo el asunto, porque aunque la venta
no se concrete, voy a enseñarla casi a diario, más los mensajes de internet, la
visitas a las inmobiliarias, las continuas llamadas de teléfono. Un auténtico
coñazo, vamos.
He encontrado también dónde
hacer los cursos intensivos de inglés y francés. Al final, después de mucho
buscar, he acabado en inlingua, que es dónde yo había estudiado de joven. La
verdad es que tienen un buen método y buenos profes. Yo siempre digo que he
estudiado inglés en muchos sitios pero que lo poco que sé lo he aprendido en inlingua. Ya
veremos.
29 de noviembre de 2012.
Hoy voy con Dani y Pilar a
sanidad exterior a que nos asesoren sobre las vacunas. En Málaga hace un frío que
pela. La doctora que nos atiende es una cachonda, supersimpática y
superprofesional. Nos lo explica todo muy clarito. El resto del equipo es
también genial. Así da gusto.
Últimamente es tan difícil ir a
algún sitio y que haya gente amable, que se agradece infinito cuando lo
encuentras. Estamos tan a gusto que nos dan las tantas charlando y contando
nuestro futuro viaje. Cuando digo por ahí q voy a dar la vuelta al mundo, la
mayoría de las veces la gente me mira entre horrorizada y muerta de envidia. Es
una expresión curiosa. Rosa Díez (sí, como la de UPyD), que es el nombre de la
doctora que nos asesora, me lo dice abiertamente. “Te odio”.
Para vengarse, me inocula el
virus de la fiebre amarilla, y me prescribe un montón enoooorme de picotazos
envenenados, que ella llama vacunas. Y
con una expresión indescriptible de sadismo me dice que además, por algunos de
ellos voy a tener q pagar una pasta porque la seguridad social ha dejado de cubrirlos…hace
sólo unas semanas. Creo que está disfrutando indescriptiblemente mientras nos
da la noticia.(es broma, Rosa)
Picamos algo en el muelle uno,
que está precioso, y tiramos para el pueblo.
30 de Noviembre de 2012
Mi madre ha decidido venir
conmigo a Málaga, que van a darme el alta, y aprovechar para hacer
algunas compras navideñas. Hoy he descubierto de dónde me viene la manía de
pasear recordando el pasado. “aquí estaba La mar chica, que a tu padre le
encantaba”. “Este edificio era la pensión dónde nos quedábamos cuando veníamos
de Casablanca”. Madre mía, lo que es la genética.
Como hemos llegado con tiempo,
nos damos una vuelta por Atarazanas. Nada más entrar, mi madre empieza a reírse
por lo bajini. “Qué te pasa?” “nada, jijiii, nada, jijjiii”. “es que he visto
el puesto de los pimientos y me he acordado…”. Dios. Yo de pequeña era una niña
increíblemente buena y obediente. Sólo hice una travesura en toda mi infancia,
pero quizás por eso es tan recordada. Me habían regalado un bolsito monísimo
unos parientes que vinieron de visita. Fuimos, como hoy, al mercado central, y
yo, al ver aquellos rabitos de los pimientos, escrupulosamente colocados en
pirámide, con su forma de perchita vegetal, no tuve otra ocurrencia que colgar
mi bolso en uno de aquellos rabitos incitadores. No hace falta decir el
estropicio que le monté al pobre verdulero.
Hoy después de tantos años, veo
los pimientos y me vuelven a entrar ganas de colgar el bolso. Yo creo que los
colocan así para provocar. Y mi madre partiéndose de risa al recordarlo. Las
trastadas de mi hermana, como fueron tan abundantes, casi no son recordadas,
pero la mía, como fue única…debe ser la ley de la oferta y la demanda. La
verdad es que me molesta un poco.
02 de diciembre de2012
Diciembre ya. Cómo pasa el
tiempo.( Sí. Lo repito). Empiezo a estar preocupada por no tener ingresos. No estoy
acostumbrada. Y el dinero se va de una forma increíble y eso que en cuanto a
austeridad y recortes no me gana ni Don Mariano. Pero hay cosas en las que no
se puede recortar, como la gasolina, que está por las nubes.
Y a veces siento un poco de cargo de conciencia por no estar ganándome la vida, aunque ahora mismo no tengo necesidad inmediata de hacerlo. Pero yo era la típica que a los doce años daba clases a los hijos de los vecinos que iban mal en el cole, y a los veinte iba a limpiar apartamentos en una multipropiedad los fines de semana. Recuerdo que tenía que levantarme a las cinco, y que mi padre se levantaba conmigo y me daba más dinero del que iban a pagarme en la empresa, porque para él era como un desdoro que su hija fuera a limpiar. En fin, que me encuentro rara.
Hoy he tenido invitados en
casa. Pilar y Domingo y Pilar y Dani. Me apetecía mucho invitarles a casa
porque son unos amigos a los que adoro, me encanta pasar ratos juntos, son una
gente maravillosa en todos los sentidos y les aprecio un montón. Tenía ganas de celebrar con
ellos mi nueva vida. Hemos pasado un día estupendo.
La sobremesa se ha
prolongado hasta casi las ocho de la tarde. Me encanta. Creo que hay pocas cosas en la vida que me gusten más que una buena sobremesa, después de una buena comida, con buenos amigos, mientras apuro despacito el vino que ha quedado. Una conversación distendida (aunque a veces no tanto) con "interlocutores válidos" y ganas de repartir estopa o de divagar sobre los misterios de la existencia. O de contar batallitas del pasado, aunque muchas veces las hayamos oído ya tantas veces, sobre todo si se trata de amigos antiguos. Y, lo que más, ganas de reírnos hasta de nuestra sombra.
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