10 de diciembre de 2012
Me estoy empezando a sentir a
veces un poco como un mono de feria. No es que sea del todo desagradable, lo confieso, pero
cansa un poco. Por ejemplo, cuando llego a una fiesta y me presentan a alguien.
“Esta es mi amiga Fátima. Ha dejado su trabajo y se va a dar la vuelta al
mundo”. Y todo el mundo: ”ohhhh”.
Por otra parte, tengo que confesar que
también tiene su lado agradable. Siempre es agradable que te presten atención y
que te escuchen. Pero tengo un poco sensación de culpa, no sé. ¿y si al final
no me voy?.
El otro día se lo comentaba a
una amiga y se quedó muy preocupada. También le había contado que me da un poco
de vergüenza que la gente me repita constantemente que soy muy valiente, porque
yo tengo mucho miedo. Me miró con inquietud y me dijo muy seria que a ver si
ahora me iba a sentir obligada a irme por haberlo dicho a tanta gente. Me moría
de risa. La tranquilicé diciéndole que jamás haría algo por esa razón, y menos
algo así. Que aunque tenga miedo a ratos, estoy absolutamente convencida de que
lo quiero hacer. De que lo voy a hacer.
12 de diciembre de 2012
Tendría bemoles que después de
haber dado todos los pasos que he dado en mi vida, no pudiera irme por no
vender la casa. Estoy empezando a ponerme bastante nerviosa. Ya estamos
prácticamente a mediados de diciembre y yo quiero irme en febrero. Y no me
atrevo a comprar el pasaje hasta que no solucione este problema. Estoy
considerando también la posibilidad de alquilarla, pero sólo si encontrara a alguien
que me pague el año por adelantado. Y si no sale nada de eso, voy a preguntar
por una carencia de un año en la hipoteca. Porque yo me largo.
Me han hecho a través del
idealista una oferta de 220.000. Es una mierda, pero me siento tan desesperada
que hasta lo estoy considerando.
14 de diciembre de 2012
Ya me he mudado a mi casa. Ha
sido durillo, porque pensé que nunca tendría que volver, pero ya pasó. Además,
es increíble la cantidad de trastos que pueden acumularse durante un año.
Claro, que yo a veces me iba llevando cosas para quitarlas de enmedio cuando se vendiera. Y ahora
otra vez de vuelta.
Pero ya pasó. También tuve que
llamar a mi ex para comunicarle, no para pedirle permiso, que me venía. Se quedó
muy extrañado. No sé como pensará que puedo mantener dos casas con todos sus
gastos yo sola. Lo he estado haciendo durante un año, pero ya no puedo más. Y
menos ahora que estoy parada. –“Y vas a vivir sola? ¿Y yo podré ir?” Tiene
gracia, después de meses y meses desentendiéndose de la casa por completo,
ahora precisamente le entran ganas de venir.
Me encanta volver a vivir
con mis gatitas, sobre todo con Zambra. Es una mil-leches y encima se ha puesto
gorda como un zollo, pero es terriblemente cariñosa. Sacha es una azul ruso, y
sigue en su linea. Gelidez soviética.
La asistenta me ha dejado
colgada, así que la casa está hecha una auténtica pocilga. Yo voy haciendo lo
que puedo, pero estoy desbordada.
Socorro¡¡
15 de diciembre de 2012
Nadie, repito, nadie ,puede
llegar a imaginar lo que puede acumular un tío con síndrome de Diógenes durante
diez años en doscientos metros cuadrados. No hago más que acarrear bolsas de
basura desde la casa a los contenedores, que, por cierto, cada viaje parece que
se van alejando más y más. Los cabrones. Empiezo a parecer un híbrido entre
Papá Noel (por las fechas) y Julián Muñoz (por las bolsas de basura). Y encima
hoy recibo. Es que me gusta el peligro. Me doy una paliza impresionante para dejar
la casa decente, hacer algo de comida e, incluso, poner algún motivo navideño. Y luego a ponerme medio decente y a recibir a los amigos. Pero merece
la pena. Pasamos una velada genial.
16 de diciembre de 2012
Tengo una angustia en el
estómago que no se me va. Cada vez que escucho alguna noticia sobre la
situación económica (o sea, continuamente)o sobre los precios de las casas, se
me hace un nudo en la garganta. Mis amigas me aconsejan que acepte la oferta y
me quite el marrón de la casa de encima. Mis amigos, que aguante un poco y si
no, que la alquile. Corazón versus razón. Es curioso.
Yo no lo tengo nada claro. Lo
que sé es que estoy angustiada y tengo ganas de dejar de estarlo. No estoy por
sufrir. Siempre he sido muy disciplinada, pero últimamente estoy por mimarme un
poco y ser indulgente conmigo misma. Soy incapaz de imponerme un horario
racional, porque de todas formas pienso que en muy poco tiempo no lo voy a
poder seguir y no creo que merezca la pena el esfuerzo. El problema es que
tengo una tendencia natural a la anarquía horaria y alimenticia y mi vida está
empezando a ser un pequeño caos.
Estoy esperando para entrar en
clase cuando de pronto me decido. Llamo al de la oferta del idealista. De
repente lo he visto claro. O la vendo ahora o me quedo con la casa colgada durante años. Me dice que no puede subir más porque es lo que le da el
banco, y a mí me da la impresión de que es sincero. Le digo que acepto la
oferta, pero que tengo que consultarlo con mi ex. Llamo a mi ex. Dice que le
parece bien(¡¡¡) pero que por ese precio arranca los muebles de la cocina, el aljibe el aire
acondicionado. En fin, todo esto lo dice a grito pelado. Yo le aplaco como
puedo. Vuelvo a llamar al comprador. Le digo que la casa iría sin muebles y le
parece bien. Quedamos para el día siguiente. Cuando cuelgo, decido hacer una
ronda de llamadas a otros compradores cuyos números tengo registrados. Les digo
sólo 230.000. Vale, podía haber dicho bastante más y probablemente habría
colado. O no. Decido no arriesgarme. Contacto con uno que dice que va a ver la
casa esa misma noche. Así que asisto a la clase, y me voy corriendo a enseñarle
la casa.
Dicen que se la quedan.
No me lo puedo creer. De
hecho no me lo creo, porque no es la primera casa que vendo y sé que hasta que
no hayamos firmado en notaría, no se puede dar la venta por cerrada. Me voy
corriendo al aeropuerto a recoger a mi hermano. Hay una niebla terrible y el
vuelo llega con dos horas de retraso. Cuando llego a casa a casi las dos de la
madrugada estoy agotada y como una moto. Pero contenta.
24 de diciembre de 2012
Esta noche es Nochebuena (y
mañana Navidad). Cuando era pequeña no me gustaba la Navidad, pero ahora sí.
Yo, como siempre, a destiempo. A veces tengo la sensación de que todo lo hago a
destiempo. Desde que me separé se me han quitado completamente las ganas de
cocinar. Bueno y de otras cosas, pero hoy me he comprometido a rellenar un
capón para la cena. Estaremos sólo la familia para la cena, pero luego si me
animo iré a casa de unos amigos. No sé por qué me viene a la memoria continuamente
el chiste ese de ¿cómo pasas la Navidad, bien o en familia?.
Parece que lo de la compra de la
casa va viento en popa. Así que probablemente tenga una sexta mudanza
pronto…pero no me quejo. Esta vez sería buena señal. Estoy contenta.