jueves, 30 de mayo de 2013

DE BANGKOK A BALI. DECISIONES, INDECISIONES...



Smile, without a reason why
Love, as if you were a child
Smile, no matter what they tell you
Don’t listen to a word they say
’cause life is beautiful that way
Tears, a tidal wave of tears
Light, that slowly disappears
Wait, before you close the curtain
There’s still another game to play
and life is beautiful that way
Here, in his eyes forever more
I will always be as close
as you remember from before
Now, that you’re out there on your own
Remember what is real
and what we dream is love alone.
Keep, the laughter in your eyes
Soon, your long awaited prize
Well, forget about our sorrow
And think about a brighter day
’cause life is beautiful that way.
Smile, without a reason why…

Noa. Beautiful that way
 
  

   En el autobús hacia Vientiane conozco a una  pareja bastante mayor de Quebec, muy simpáticos, que me cuentan que ellos también viajan todo lo que pueden. Me encanta ver gente tan mayor y con tantas ganas de hacer cosas, en vez de apalancarse en su casa a ver televisión. Y me encuentro también con Víctor, el chico español que conocí en Luang Prabang. Con él y con unos cuantos chicos suizos más nos ponemos a buscar un lugar donde alojarnos. Al final yo me voy a otro sitio, porque la guesthouse donde se quedaron los demás no me gustaba nada, era un poco sórdida. Estoy mayor.

   Vientiane no me gusta mucho, al menos de entrada y el sitio donde me he alojado tampoco es que esté muy bien. Pero ya me ha pasado esto varias veces. De entrada, no me gusta una ciudad, luego, poco a poco, acabo cogiéndole el tranquillo y al final, casi siempre acaba gustándome. Yo suelo decir que todas las ciudades tienen su aquel, bueno, con algunas excepciones, claro. De todas formas, cada vez me doy más cuenta que, aunque me guste conocer las ciudades, prefiero las zonas de campo. Y montañas, ríos, mar, antes que edificios, por muy bonitos que sean.

  Aquí los hoteles son bastante caros para lo que ofrecen, al menos en comparación con Luang Prabang y Vang Vieng.  Por la tarde, me voy a dar una vuelta, cómo no, por el río. La puesta de sol es realmente espectacular. El sol se pone enorme, con unos tonos anaranjados increíbles y el cielo y el río también toman unos colores preciosos. Por supuesto, también tienen su mercado nocturno, bastante grande y con ambientillo, aunque no me gusta ni la mitad que el de Luang Prabang.

   Como en la calle no hay demasiado que hacer, o al menos yo no lo encuentro, me meto en un festival de cine que hay en el Museo Nacional. Hace mucho que no veo una peli y me apetece un montón. Primero hay una entrega de premios que me imagino que es a estudiantes de audiovisuales por hacer unos anuncios contra la piratería, y luego ponen Charlie y la fábrica de chocolate. Cúanto tiempo hacía que no veía una peli en una sala así de grande y en un pantallón. Además había muchos niños en el público que aplaudían y reían. Disfruté como una loca. Y es una de mis poelñiculas favoritas. Esos Umpa Lumpa y sus coreografías..

   Vientiane no me dice nada.  Incluso me quedo un día más a ver si consigo sacarle algo de jugo, pero nada.Visito algunos templos, que me parecen bastante feos. Tiene una especie de remedo de Arco del Triunfo, con sus Campos Elíseos y todo, y poco más.

Arco del triunfo de Vientiane


 Aunque lo intento, no consigo sacarle chica a esta ciudad. Lo más divertido que le encuentro son los chicos uniformados que hay en cada semáforo. Observo que llevan una especie de cómputo de los vehículos que paran, y aunque ninguno sabe explicármelo porque no hablan inglés, posan encantados para mí.




 En realidad, Vientiane sólo era una parada hacia las 4000 islas, que están en el sur del país, pero ahora me planteo sí merecerá la penar ir hasta allí. No lo tengo tengo nada claro. Decido volver a Tailandia a ver el norte, Chiang Mai y Chiang Rai y de ahí cruzar  hacia Myanmar, que es un destino que me apetece muchísimo.

monjes en  Vientiane
templo de vientiane

   Otro avión, otra frontera y otra vez en Bangkok. Qué distinto todo de la primera vez que llegué a esta ciudad, hace sólo poco más de dos meses. Yo no me siento demasiado cambiada, pero desde luego, lo estoy. A pesar de todo,  Bangkok me sigue impactando, si no igual que la primera vez. Es una ciudad tan viva, ¡qué contraste con Vientiane¡

   Antes de dirigirme hacia el norte, hago una excursión a Kanchanaburi. Otra vez la duda de si merece o no la pena ir allí. Parece que llevo una racha de indecisiones considerable. El problema es que yo pensaba seguir desde allí a Chiang Mai, pero descubro que es imposible y tengo que volver, otra vez, a Bangkok. Parece que es mi sino volver una y otra vez a esta ciudad. Al final me voy a Kanchanaburi pero me da la paranoia de que estoy gastando mucho dinero y me pillo un hotelillo cutre, sin aire acondicionado. Es sólo una noche…

   De vez en cuando me envuelve una especie de sensación de culpabilidad por no trabajar y no tener ingresos. No es todo el tiempo, claro, pero de repente me da un ataque de culpabilidad y hago este tipo de ahorros absurdos.

    Paso la peor noche de todo el viaje. El calor es insoportable, no sé donde narices leí que en kanchanaburi refrescaba por la noche. El bungalow está a tomar por saco de la recepción o de cualquier otra forma de vida (humana) y encima, cuando voy a entrar al baño,  hay un insecto ENORME. Cierro la puerta. Espero un rato. La vuelvo a abrir. El monstruo sigue ahí. Cierro. Espero. Vuelvo a abrir con la esperanza de que sea una cucaracha.(triste esperanza, por otra parte) No. No es una cucaracha. Tiene unas pinzas en la cabeza y un aguijón laargo en el culo. Cierro. Me siento en la cama. Me trago el orgullo y voy a la recepción. Casi podría decir que hago una excursión a la recepción. El recepcionista viene, coge el bicho con papel higiénico y se va con el cadáver. Me siento idiota. Pero aliviada, la verdad.

   Al día siguiente viene a buscarme mi guía-taxista en un tremendo pick-up negro impecable y con aire acondicionado. Para mi sorpresa, no va nadie más a la excursión. Ma, que así se llama, es tremendamente simpático y habla un inglés bastante bueno. Otra sorpresa agradable. Vamos primero a las cascadas de Erawan. Es un sitio muy bonito, todo muy cuidado aunque en plan parque, no muy natural. Aún así me gusta.

cascadas de Erewan


 Hay muchos tailandeses en familia y con la comida para pasar el día. Es un  sitio bastante grande. Yo quiero verlo todo y luego decidir dónde me quedo a darme un baño, pero cuando empieza a apretar el calor, me meto en la primera cascada que pillo. Además, son todas muy bonitas. Bañarse aquí es una maravilla. No sabría decir si me gusta más ésta que la de Kuang Xi, en Luang Prabang. En cuanto te quedas parada dentro del agua vienen los peces, que algunos son de tamaño considerable, a pegarte mordisquitos. Al principio me llevo un buen susto, pero luego me acostumbro. Ma me enseña un sitio donde estos mismos simpáticos pececillos te hacen la pedicura gratis. Es igual que esos acuarios que hay en las ciudades con pececitos que se te comen las durezas de los pies y que a mí me dan un poco de grima, pero en plan natural . El problema es que tengo unas cosquillas terribles y me cuesta aguantar sin ponerme a reír como una histérica. Qué corte. De todas formas, me encanta, es divertido.

Pedicura natural


   He comprado algo de comida antes de llegar, porque Ma me advirtió que allí era muy caro. Justo terminando de comer, empieza a llover. Llegamos al coche antes de que el agua empezara a caer con esa saña con la que suele hacerlo por aquí.
   Pasamos por un campamento de elefantes, pero yo los veo sólo desde fuera. Me temo que es un poco rollo. 



Tampoco es que lo tenga muy claro con nuestro siguiente destino, el Templo del Tigre, pero tengo curiosidad por ver de qué va.

Manifa de vacas

  Cuando llegamos, hay muchos turistas esperando turno para entrar. Nos conducen a todos en manada hacia una explanada. Hay un montón de personal a nuestro alrededor. Llega un tipo australiano y empieza a hablar por un micrófono en plan “señoras y señores, bienvenidos a este nuestro espectáculo…” Uf, qué mala espina me esta dando todo esto. No entiendo ni una palabra de lo que dice, pero el tipo no me gusta nada, y menos la forma de hablar. Esto me está pareciendo más un circo que un templo. A pesar de todo, cuando empiezan a aparecer los tigres, me impacta. Hay un monje sentado con uno acariciándolo y dándole de beber. Los monitores o lo que sean se van apostando, cada uno con un tigre en diversos lugares.


 Nos dan las directrices de cómo tenemos que actuar (no pasar por delante de los tigres, no tomar fotografías de frente, no agacharse, etc) y se van formando colas de turistas frente a cada animal para hacerse la consabida foto. Aquí hay gato encerrado. Todo el tiempo tengo la sensación de que en este sitio hay algo que huele mal. Ni mis gatas son tan mansas.




   A pesar de todo, me pongo en una fila y me hago la foto. Nunca había tocado un tigre, y es emocionante. Luego nos meten a todos en un recinto y vamos saliendo para hacernos otra foto llevando al tigre de la cadena, como si fuera un perrito. Decididamente este sitio es una mierda. Los tigres están drogados seguro, no hay otra explicación. No entiendo como permiten esto. Pero a pesar de todo, me hago la foto con el tigre y la cadenita.




 Estoy deseando salir de aquí. Luego nos conducen a una especie de gradas donde contemplamos a los que han pagado para darle de comer a los tigres. Es patético, pero lo peor es al final, cuando otros turistas que también han pagado un extra, blanden bolsas de comida delante de algunos tigres de los que están separados por una charca, para que estos las alcancen. Confieso que me gustaría que alguno de los animales se merendara a un turista. O mejor aún, al tipo del micrófono. No veo el momento de irme. Estoy indignada

Patético


 Como me salgo antes de que termine el “espectáculo”, me pierdo para encontrar la salida. En el camino hacia fuera de recinto, veo algunos animales más.



  Antes de volver al pueblo, paramos en el “puente sobre el río Kwai”. Sí, es el sitio dónde se rodó la peli, y el puente existe de verdad. Fue construido por los japoneses para unir Tailandia con Birmania utilizando prisioneros de guerra ingleses, australianos, asiáticos y neozelandeses y murieron tantos de ellos durante su construcción, que al tren que circulaba por sus vías le llamaban “el tren de la muerte”. El puente posteriormente fue bombardeado por los ingleses y actualmente está reconstruido y es una atracción turística..  Y vaya la parafernalia que tienen montada a su alrededor¡. Aquí es evidente de qué peli me acordé. Y de David Niven. 

El puente sobre el río Kuai



   Yo tenía una vecina que conoció a David Niven. Ella fue emigrante en su juventud y estuvo sirviendo en una casa en Suiza, no recuerdo la ciudad. Yo le daba clase a sus cinco cafres, digo hijos, y por eso a veces  me invitaba a un café. La Señora, como ella la llamaba, había sido una actriz con cierto renombre en Hollywood y Dolores, que así se llamaba mi vecina, siempre contaba que la casa era frecuentada  por famosas estrellas de cine . Y Dolores siempre destacaba a David Niven. Decía que era extremadamente amable y educado. Todo un caballero. Me enseñaba fotos, me contaba historias de su “Señora”  A Dolores le encantaba recordar aquellos tiempos. La señora le había regalado un abrigo de piel y una vez me obligó a que me lo probara.

 ¿ Y qué hago yo en Tailandia acordándome de Dolores?

   Vuelta a Bangkok. Parece que al final, siempre tengo que volver a Bangkok. Allí decido que no voy a ir hacia el norte. Me encantaría conocerlo, pero estoy harta de calor, de templos y de budas. Así que tengo que encontrar un nuevo destino. Saco mi lupa, mi mapamundi y decido que quiero ir a Bali.

    Voy a comprar el pasaje para Bali, pero en todas partes me dicen que para poder entrar en Indonesia tengo que tener un vuelo de salida.

-" Pero, oiga, es que yo no sé dónde voy a ir después"
-" Entonces tiene que ir a la embajada de Indonesia a que le den una solución".
    Al día siguiente, la embajada está cerrada porque es fiesta. Otro días más varada en Bangkok. Menos mal que al menos me alojo en un sitio agradable y barato.

 Al otro día, voy a la embajada. El señor que me atiende, muy amable, me dice que muy bien lo mío, pero que tengo que tener un vuelo de salida.

- ¿Y no se puede hacer otra cosa?¿no podría firmarles un papel diciendo que no voy a quedarme, ni a trabajar?. El señor cierra los ojos, apoya las manos en la mesa. Abre los ojos.
-" No".
   Vuelta a coger la lupa, el mapa y a buscar otro destino. Lo que más me está costando es tomar las decisiones. Reconozco que me gustaría tener a alguien con quien consensuar, con quien discutir qué hacer. Me sorprende, pero es verdad.No tengo ganas de tomar tantas decisiones de seguido.

   Me estoy acostumbrando a hablar conmigo misma. A veces parezco Gollum, creo que me estoy volviendo un poco esquizofrénica.

 –A ver (mapamundi y lupa en ristre)…¿ dónde vamos?
-      Uhmmm ¿qué te parece Bali?
-      ¿Bali? No sé…
-      (mi tesssssorooo)

     Al fin decido que de Bali iré a Australia, más concretamente a Darwin. El vuelo es muy caro así que decido comprarlo por internet.  Encuentro un vuelo con quantas (no me hace nada de ilu, pero…) a muy buen precio desde Bali a Darwin. Pero no me llega la confirmación. Nada. Envío un correo a Edreams. No hay respuesta. No puedo llamar hasta el día siguiente por la diferencia horaria. Entonces pienso que si anulo la reserva del vuelo puedo comprar otro billete en una agencia y terminar con esto. Veo que no me han hecho el cargo en la tarjeta y voy volando a un cajero a sacar dinero para que no me lo puedan cargar. No sé por qué razón, no puedo sacar dinero de ningún cajero. Estoy empezando a desesperarme.
    He visto por internet una agencia que dicen que está especializada en viajes como el mío. Cómo me arrepiento ahora de no haber comprado esos billetes específicos para dar la vuelta al mundo. Hasta ahora todo ha ido sobre ruedas, pero desde hace unos días..todo son problemas. Me recuerdo a mí misma hace unos meses diciendo: “no,no, no quiero condicionamientos, quiero libertad¡”. Pues toma libertad.

   Y entonces empieza la “operación papelito”. La bauticé así en Hanoi, cuando intenté conseguir una batería nueva para mi ordenador. Consiste en lo siguiente: alguien me dice, o yo decido, que tengo que ir a un sitio a resolver un  problema o a comprar algo. El recepcionista del hotel me apunta la dirección en un papelito en caracteres tai (en este caso) para que se la entregue al taxista. Yo le veo escribir y siempre pienso que pone : “estimado taxista, lleve a esta falang medio tonta que no se entera de nada a…”.

    El taxi me lleva a un sitio dónde se supone que tengo que ir. En este caso es un rascacielos con un montón de plantas. En la planta 21 me dicen que no pueden ayudarme, que vaya  esta otra dirección que está bastante cerca (me dan otro papelito) donde está la quantas. Otro rascacielos aún más grande, todo lleno de japoneses y restaurantes japonenes. Cuando llego a la oficina de la quantas me dicen que no pueden ayudarme, que mi reserva no aparece por ninguna parte. Le digo de hacer una nueva reserva como si no hubiera pasado nada. Me dicen que tengo que ir a la planta 3. Me dan otro papelito. Al menos esta vez no tengo que salir del edificio.

   Al final, tras toda una mañana de mostrador en mostrador, como en la copla, consigo por fin mi vuelo a Bali.Ni Kafka en su versión asiática hubiera mejorado esto. Lo de Darwin ha sido imposible, no he podido entender por qué, pero he conseguido un vuelo a Sydney a casi el mismo precio. Al menos puedo irme mañana de Bangkok. Por fin¡¡

   Estoy tan contenta que me invito a mí misma a comer lo que se me antoje y se me antojan canelones¡ Me zampo un plato de canelones, otro de tiramisú y dos copas de vino¡¡Voy flotando a hacer la maleta…

   Al menos desde el aire, la islitas parecen preciosas. Cuando llego al aeropuerto, lo de siempre
-“ ¿vacaciones?”

-“ sí"

-“¿cuánto tiempo en Bali?” 

-“Un mes”.

-“ ¿dónde se aloja? ¿tiene aquí familia?”

 Esta vez el interrogatorio se está alargando. ¿Dónde está su familia?¿Dónde está su marido? Abra la maleta, por favor. La maleta, la mochila, el bolsito bandolera. Todas mis pertenencias, todas, desparramadas por ahí. Yo impasible.
- ¿ésto que es? .
-“Almax, son pastillas para el estómago.”
-“ ¿padece usted del estómago?”

  Uff . Yo sé perfectamente que no van a encontrar nada, pero empieza a ser desagradable. El tipo presiona la maleta por todos lados, la pasa por el escaner tres veces, me pregunta cosas absurdas. Luego viene una señora y me cachea. Me aprieta la barriga, los costados.

 -¡”Puede irse. Disfrute su estancia en Bali.” 

-Tu p..madre en pepitoria, le digo con una sonrisa de oreja a oreja.

   La verdad es que la primera impresión de Bali no puede decirse que se parezca mucho al paraíso. Lo único que veo es tráfico, tráfico y tiendas, tiendas.Me alojo en casa de un español que lleva toda la vida viviendo en Bali . El lugar es precioso, estoy como en casa y al lado de la playa. La idea es estar unos días de playita y aprovechar para escribir y descansar. La playa es muy grande y bastante bonita, el problema es que no te puedes bañar. Es una playa para hacer surf, y a todo lo largo de la orilla hay banderas prohibiendo el baño. Y eso es un problema. Al menos para mí. Estoy deseando bañarme en el mar.

Plaia de Seminiak

   Galo me enseña los sitios de la zona, dónde comer, dónde comprar. Y  luego vamos a la playa a ver la puesta de sol. Hay mucha costumbre de reunirse en la playa con una bintang, la cerveza nacional, tanto grupos de extranjeroscomo de balineses, para ello. Me presenta a un grupo de sudamericanos, la mayoría chilenos y a algunos españoles. Y luego vamos a cenar al Zanzíbar, un restaurante italiano pero que también tiene comida asiática, y uno de los refugios de los muchos expatriados que hay en Bali.

    Al día siguiente me levanto temprano y me voy a andar a la playa. Ya hay bastante gente haciendo ejercicio o paseando a los perros. Seminyak me parece el típico ejemplo de lo que no debe hacerse en una playa. Y , por las obras y las grúas que veo, la cosa va a más. Y eso que dicen que Kuta y Legian son peores. Lo compruebo más tarde, cuando voy caminando hacia el otro lado.

   Estoy todo el día escribiendo y ordenando mis papeles. También me he comprado una guía de Australia y estoy más o menos planteando la ruta, haciendo contactos y estudiando el tema. Estoy aterrada con los precios.
   Me encuentro a gusto en casa de Galo. Es muy bonita y me siento como si estuviera en mi propia casa. Vive con su hija Jana de 26 años que trabaja de relaciones públicas en un beach club y prácticamente no la veo en todo el día. En la casa están empleadas también dos chicas balinesas, Ketut y Madé, que son encantadoras y me ayudan en todo lo que les pido.
  
   Por la tarde me voy a dar una vuelta para estirar las piernas y ver algo de Seminyac. El pueblo es una sucesión de calles estrechas todo lleno de tiendas, restaurantes y hoteles. Mientras estoy dando mi vuelta de reconocimiento, me encuentro a Galo que está buscándome con la moto para ir a cenar con un grupo de amigos argentinos.Son unos cachondos, no paro de reírme en todo el tiempo. Algunos llevan un montón de tiempo viviendo en Bali, otros van y vienen para comprar género o hacer negocios. Me encanta escuchar sus historias, sus vidas. Me parece increíble lo diferentes que son de la mía. O de lo que ha sido la mía.

   El día siguiente el mar parece que está al más calmado y me paso toda la mañana tirada en la playa. Qué ganas tenía de bañarme en el mar. Disfruto de verdad esa mañana. Tampoco está tan mal, si no fuera por esas ola enormes que me dan pavor…Si no fuera tan cobardica intentaría aprender a hacer surf.

   Por la noche vamos a cenar a un indonesio, que todavía después de casi tres día en el país no había probado la comida local. Me gusta bastante, al menos lo que he probado hasta ahora. Pero picante¡¡¡   Después de cenar, Galo y yo decidimos que nos apetecería una copa, pero los precios del alcohol son prohibitivos, si exceptuamos el aguardiente local , arang, que está , como decirlo, imbebestible. Galo lleva viviendo en Bali 38 años y se lo conoce todo, como es normal. Así que cogemos la moto y nos vamos a comprar una botella de ron de “estraperlo”. Nos metemos en un dédalo de callejuelas oscuras. Galo me advierte que meta el bolso entre los dos, aunque yo no veo mucho mal ambiente.

    A veces, durante este viaje, me pasa que me veo desde fuera. Es una sensación extraña, pero divertida. Y en ese momento me veo en una moto en Indonesia con un hombre que acabo de conocer, atravesando callejuelas inciertas para comprar una botella de ron de contrabando. Hay que reconocer que bastante más divertido que una mañana en el banco..

    Compramos una botella de ron jamaicano   Nos cascamos media botella mientras nos contamos nuestras historias. Galo ha tenido una vida muy interesante(como todo el mundo menos yo, tengo la sensación últimamente). Fue hippy en una comuna en Ibiza cuando era joven, ha viajado por todo el mundo, y hace 38 años vino a Bali y aquí sigue. Se acuerda de España, pero yo creo que él sabe que ya es más balinés que español. Es un tío mui simpático i  mui buena gente

   Al día siguiente voy con él a ver “la tierra”, como él la llama. Se ha pillado una concesión de 25 años sobre un terreno en una de las zonas de expansión de Bali, la península de Bukit, que es un sito precioso, nada que ver con Seminyac. Está todo mucho más virgen y las playas son maravillosas, aunque el acceso es difícil las más de las veces.

Acceso a la plaia de Padang Padang, en la penísnula de Bukit
Plaia de Padang Padang

 Está construyendo su casa y un pequeño hotelito. Esa noche nos compramos una botellita de vino que fabrica un amigo suyo chileno y yo hago porra antequerana. Galo ha comprado embutidos y jamón y nos damos un homenaje.
   Después de cenar, saca un mapa de Bali para decirme los sitios más bonitos donde tengo que ir. El problema es que no sé llevar una moto. Por favor, a todo aquél que tenga intención de viajar a Asia y no sepa llevar moto: que aprenda antes.
    Además, todos los sitios dice que son muy románticos y que son para ir enamorada. Conclusión: si no sabes llevar moto y no estás enamorada, no vengas a Bali. Vaya porvenir que tengo yo en la isla..

   Todo el mundo me dice que tengo que ir a Ubud, que me va a encantar, así que me cojo un guía y me voy para Ubud. El guía es para que en el camino me vaya ensañando los sitios interesantes para visitar. A muchos de ellos, aunque Galo le ha advertido e indicado dónde tiene que parar, supongo que me lleva porque le dan una comisión, pero en general, visitamos sitios bastante interesantes. Templos, una plantación de café donde veo los famosos animalitos luwac. Estos animalillos se comen las bayas de café y cuando las cagan, las usan para  hacer un café muy exclusivo y muy caro. Yo lo pruebo en una degustación pero tampoco me parece para tanto. Fuimos a una fábrica de batiks, a una casa típica balinesa  a un espectáculo de danza sarong.

   Fabricando batiks. Van cubriendo con ceralas distintas partes del estampado, según el color,   luego van derritiendo la cera con agua hirviendoEs un trabajo mui elaborado
Bailarina de danza "Sarong"
La danza saróng representa la lucha del bien  el mal
Cocina en una casa típica balinesa
Instrumento tradicional balinés
Mi guía en Bali, Ioga
Templo del Agua
Aquí vienen a purificarse los balineses
Plantación de café
Volcan Batur, en Kintamani
Lago Batur
Templo

Arrozales

   Yoga, que así se llama mi guía, me lleva a una homestay en Ubud que en principio no me parece mal. Es barata y está muy céntrica. Esa noche voy a ver un espectáculo de danza balinesa, que en esta ciudad son muy famosos. Está muy interesante y me encanta la música. En Bali está muy presente la música. Pero sobre todo, lo que está muy presente es la religión. Bali es una excepción en Indonesia por muchas cosas, y una de ellas es que son hinduistas en vez de musulmanes.

   Y yo tengo la impresión de que se pasan el día entre rituales y ceremonias, que, por cierto, son tremendamente vistosas. Me gusta ver a las mujeres por la mañana temprano eligiendo a la vendedora de ofrendas qué van a comprar, preparando cuidadosamente cajitas confeccionadas con hojas de banano, llenas de flores de colores, a veces algo de comer, o de beber, o billetes de baja denominación. E incienso. Mucho incienso por todas partes. Las ves concentradas en la elección y posteriormente en la preparación y colocación de las ofrendas. Y les lleva un montón de tiempo. Una mañana, vi a una chica jovencita con una ofrenda sobre el sillín de una moto. Estaba profundamente concentrada supongo que rezando y agitando por todos los lados de la moto una varita de incienso. Imaginé que la moto sería de su novio, que ese día tendría que hacer un trayecto especialmente peligroso. Lo cual no es muy difícil en Bali, con el tráfico horrible que hay por todas partes.

   Luego me voy encontrando las dichosas cajitas por todas partes y me hacen tropezar contínuamente. 


   Ubud no me parece para tanto. A menos que estés muy interesado en yoga, que no es mi caso, o en las sanaciones de curanderos de la medicina tradicional, que tampoco, o quizás en otros atractivos que yo no consigo descubrir, el pueblo no me parece muy diferente de Seminyak. Eso sí, los alrededores son sencillamente espectaculares. Los bancales de arroz, la vegetación tropical y la visita al templo de los monos, hacen que ir allí merezca la pena.

   Al día siguiente me levanto muy temprano para visitar los campos de arroz. Cuando salgo de la habitación, que en realidad es un pequeño bungalow, veo que aún no han retirado los restos del desayuno del día anterior y me parece demasiado. Me largo de aquí ya. Hay que ver lo que puede influir en cómo te lo pasas en un sitio según si te alojas en un lugar amable o no. Y este sitio al final no ha sido nada amable. Menos mal que en el restaurante Fortuna, que descubrí por casualidad, me han dado un poco de calor. Cuando encuentro un sitio así, dónde el servicio es especialmente amable, la decoración bonita, los precios asequibles y, además, la comida está espectacular, me hago adicta irremisiblemente. Y el Fortuna ha sido mi refugio en estos días en Ubud. Hasta iba a desayunar. Y allí conocí a David, un australiano que me ha dado un montón de consejos sobre mi próximo destino. El también era adicto al Fortuna  y un tipo muy interesante. Tiene una página web desde hace casi 20 años sobre como conservar la juventud. Muy curioso. Y dice que desde hace algún tiempo le está dando bastante pasta, sobre todo de norteamericanos. El sitio es www.growingyouthful o algo parecido. Cuando esa noche me meto en la página descubro que se llama David Niven. Qué casualidad. Es la segunda vez que me encuentro con David Niven en poco tiempo¡


   Otro momento que he disfrutado mucho ha sido la visita al templo de los monos. Quizás porque fui sin ninguna expectativa, pensando que sería un fiasco, pero me encantó. Como era muy temprano, apenas había gente.La luz se filtraba entre las ramas de los árboles enormes, con enormes raices aéreas, creando una atmosfera irreal e inquietante, con esas estatuas de piedra de deidades extrañas cubiertas de musgo .

Arrozales de Ubud
Al trabajo¡¡
Me tienen loca los arrglos florales que hacen en agua
Bosque de los monos en Ubud














Qué zustoo

UHmm, qué ricas ofrendas

   Los monos, en su linea. No me gustan especialmente pero hay que reconocer que a veces son graciosos. Sobre todo cuando acosan a turistas que no sean yo.

   Vuelta a Seminyak. Aunque no me gusta la ciudad, cuando voy llegando a casa de Galo me alegro. curiosamente, es un poco como volver a casa. Y cuando encuentro a Ketut y Madé, las chicas que trabajan allí, me alegro sinceramente de volver a verlas. De todas formas, no acabo de encontrar mi sitio en Bali.Y mira que me conformo con poco, una playa bonita dónde pueda bañarme y un  poco de tranquilidad.

 O mucho, según se mire