martes, 30 de abril de 2013

HANOY.SAPA.HALONG BAY



 Como un guerrero tengo el viento a favor
tengo una espada bruñida de sangre y sudor
tengo dos tibias cruzadas sobre un trapo negro.
Ataque o me repliegue siempre tiro de hierro.
Pero tú llegas como un alud, como tromba
que amenaza con anularme por siempre jamás.

De caballero mi código es el honor
y mi palabra vale lo que valgo yo.
Mi escudo de armas dibuja perro sin raza,
olivo moro y arreos de caza.
Pero tú llegas como un fogonazo y proclamas
ser el trueno que mata y ante el que hay que sucumbir.

Lejos, lejos, no se ve el final
algo me arrastra, me dejo arrastrar.
Y he pensado en volver a campo abierto,
en solitario, a pecho descubierto
y evadir la emboscada
que significa tu mirada
el alma en las pupilas
y que todo me dé risa.

Lejos, lejos, no se ve el final
algo me arrastra, me dejo arrastrar.
Lejos, lejos, me dejo arrastrar.
Rosa de los vientos me quieres tragar.

Rosa de los vientos. Los burros





   Voy a Hanoi en autobús local. No son muchas horas y es bastante más barato. Y como ya sé lo que me espera, se hace más llevadero.

Accidente de tráfico (no me extraña nada)

Pedicura de mi compañera de autobús


 Después de una desagradable discusión con un taxista un poco caradura, llego a mi hotel. Está muy bien, prácticamente al lado del lago Hoan Kien. Pago sólo 13 USD y el personal es extremadamente amable. No tengo ni chispa de ganas de andar de una agencia a otra así que decido confiar en mi destino, como decía la galleta de aeroflot, y contratar con el hotel el tour a Sapa y a Halong Bay. Después de todo, empiezo a pensar que acertar o no es cuestión de suerte.

   Me gusta Hanoi. No sé muy bien por qué, porque el tráfico es igual de desquiciante que en Saigón, al igual que el ruido y las  multitudes inacabables de gente. Quizás sea el lago, que desde el primer momento ha ejercido un magnetismo especial sobre mí. Y como lo tengo tan a mano, me he acostumbrado a darme una vuelta por sus inmediaciones todos los días.

Lago Hoan Kiem. Hanoi

   Es un lago con leyenda. La leyenda cuenta que el rey Le Loi estaba pescando en él y una enorme tortuga dorada vino y le entregó una espada mágica que le ayudó a vencer a los invasores chinos. Tras ganar la guerra, el rey mandó construir la pagoda que se encuentra en el lago para honrar a la tortuga. Algún tiempo más tarde, la tortuga volvió a aparecerse al rey y le exigió que devolviera la espada al lago. Por eso se llama "la leyenda de la espada restaurada". Cuentos chinos. Este historia me recuerda el primer libro que leí, que  se llamaba "Historias de la vieja China".Era muy gordo y yo debía ser muy pequeña, porque recuerdo a mi madre enseñándome a las visitas como un mono de feria "mira la niña, el libro que se está leyendo tan chica". Hace un par de años se me antojó volver a leerlo y me costó mucho encontrarlo, en una librería de viejo.
   En medio del lago hay un islote con una especie de templete, que de noche está iluminado, y se llama la isla de la tortuga. El lago tiene forma elíptica y en el extremo más cercano a mi hotel, está la pagoda que tiene  una tortuga disecada que dicen que es la de la leyenda. Está unida a la tierra por un puente rojo muy bonito. Es domingo y hay multitud de gente retratándose con los trajes tradicionales y montones de novios haciéndose las fotos de boda. Grupos de gente haciendo ejercicio, parejitas amarteladas en los banco mirando al lago, terrazas donde tomar algo y disfrutar de la vista. Un ambientazo. Me gusta. 

  Últimamente, a veces, me olvido el móvil o la cámara, o ambos, en el hotel. Eso debe ser buena señal, supongo.

El puente rojo

En la pagoda del lago

La tortuga disecada que dicen que es la de la leyenda

En la pagoda del lago


   Hay también muchos jóvenes haciendo encuestas. Se ve que debe ser una costumbre nacional, porque ya los encontré en varias ciudades anteriormente. Yo, si tengo ganas les sigo el rollo. Cada vez que tengo que escribir mi dirección y mi profesión, no sé que poner. Me pasa igual cuando me registro en un hotel.

   Al día siguiente, un poco de turismo. Visito el templo de la literatura y la ciudadela. En el templo de la literatura, montones de jóvenes ataviadas con Ao Dai ellas y traje de chaqueta ellos, haciéndose fotos como posesos. Pregunto, y me dicen que es la época de las graduaciones y que la costumbre es venir aquí o a otros monumentos de la ciudad ha hacerse fotos de recuerdo.
   El templo de la literatura está dedicado a Confucio. Fue la primera universidad de Vietnam, y para estudiar en ella hacía falta un nivel extremadamente alto. Los nombres de todos los estudiantes que pasaron por aquí mientras estuvo funcionando están escritos en unas estelas portadas por tortugas. Parece que por aquí son muy veneradas las tortugas.

La catedral

El templo de la Literatura

Jóvenes en Ao Dai fotografiándose por su graduación


Estelas con los nombres de los estudiantes




















   La ciudadela es una extensión enorme de terreno, dónde se encuentran varias reliquias de antiguas dinastías y de la guerra.Otro montón de chicos haciéndose fotos en todas las poses imaginables. También hay esculturas de madera y unas excavaciones. Hay una especie de museo de la guerra con un montón de cosas pero no consigo que nadie me explique nada. 

peluquería callejera en Hanoi

Ciudadela
reliquia de la guerra


excavaciones en la ciudadela

había una exposición de bonsais alucianter, y eso que a mi no me gustan demasiado


   Después de un par de días en Hanoi, me voy en un tren nocturno hacia Sapa, donde pasaré unos días, con el tour que contraté en el hotel. El tren está estupendo, todo en maderita y oliendo a gloria. Voy en un vagón para cuatro personas, así que cruzo los dedos para que las otras literas se queden vacías, o si eso no es posible, que venga un apuesto desconocido. Ya estaba frotándome las manos porque no había aparecido nadie, cuando en el último momento aparecieron no uno, sino tres desconocidos, no muy apuestos, pero tremendamente simpáticos que me dejaron la mejor litera (aunque no me correspondía) y a la mañana siguiente me invitaron a desayunar. Me explican que trabajan para una compañía que vende materiales de construcción y bromean sobre que deben ser los únicos de todo el tren que están en él por motivos de trabajo. Uno de ellos, el de la litera contigua a a mía, me cuenta que son de Malasia, y cuando le comento que yo voy a ir allí se pone muy contento y me da su tarjeta para que le llame cuando vaya a Kuala Lumpur(el dice KP). Me cuenta muy entusiasmado que tengo que estar allí el día cinco de mayo, porque va a haber elecciones y es seguro que ganará la oposición después de no sé barbaridad de años. Cómo envidio su ilusión y su entusiasmo.
 Ahora, eso sí, el tío roncaba que daba gusto.

   El tren llega a Lao Cai, y de ahí, una media hora más o menos en  minivan hacia Sapa. Aquí viene mucha gente a hacer trekking, y está el pico más alto de Vietnam, el monte Fansipan.

mujeres de la étnia mong en Sapa

   Cuando llego a Sapa me encuentro que sólo tengo tiempo de tomar una ducha en un hotel que no es el mío y donde tengo que dejar mi maleta. Vamos directamente a hacer el trekking que nos lleva a la casa de la familia donde pasaré la noche. La verdad es que no tenía ni idea porque cuando reservé no me enteré muy bien de qué estaba reservando. Bueno, no me entero muy bien de nada, en general. Menos mal que había preparado una bolsa con lo más necesario para el tren nocturno. Y mi saquito de dormir. El guía, que se llama Dao, nos dice que si tenemos que coger algo imprescindible de la maleta, medicinas o cosas así. lo hagamos ahora. Yo me acuerdo de repente y voy a por mi botellita de vino, que previamente había cambiado a una botella de plástico por aquello del peso. En el grupo somos cuatro, una pareja alemana madre e hijo, una chica irlandesa y yo. Cuando aparezco con la botella todos sonríen disimuladamente, y yo digo muy seria que es una medicina.

   Sapa es una pequeña ciudad de montaña a unos 350 Km. al norte de Hanoi , cerca de la frontera con China. Primero visitamos el mercado , que es bastante diferente de los que he visto hasta ahora, como más "verídico". Y sí, oh Dios, había carne de perro.

   Yo tan lista, siempre decía que con hambre se come todo y que yo comería cualquier cosa si tuviera hambre suficiente y no hubiera más remedio. Pero cuando vi aquello, las cuatro patitas del perro muy cuidadosamente colocadas para que se sepa de qué animal es la carne, me vine abajo por completo. De verdad no pensaba que me iba a afectar de esa manera. Aún ahora me tiemblan las manos cuando lo escribo. Me acordé de todos los perros de mi vida, aunque ninguno haya sido mío en realidad. Fue muy desagradable.

brotes de bambú
Pollos en el mercado de Sapa
No sé por qué nos afecta más un perro que un pollo, que también son criaturitas del señor. Pero así es
La comitiva camino de la aldea

   En el pueblo hay montones de mujeres ataviadas con los trajes típicos de la etnia a la que pertenecen. Hay cinco etnias diferentes: Mong,Dao,Tay,Zay y Giay. Sí, parece un trabalenguas, y parece ser que es bastante fácil distinguirlas por su indumentaria, pero yo me hago un lío todo el tiempo y pregunto a Dao constantemente. No me aclaro. Unas, creo que son las dao, llevan sombreros o pañuelos rojos en la cabeza, otras visten de azul oscuro, color que consiguen de las plantaciones de índigo que vemos luego en el camino. Hay unas que me hacen mucha gracia porque llevan en el pelo un peine incrustado, como si fuera una peineta, y unos bordados preciosos en las mangas. Otras más, llevan el cuello de la camisa cruzado sobre el pecho.

   En cuanto nos ponemos a caminar, cuatro o cinco mujeres de la etnia mong, a la que pertenece la aldea a donde nos dirigimos, se nos pegan y se ponen a caminar con nosotros. Le preguntamos a Dao que qué quieren, porque aparentemente no venden nada, y nos dicen que sólo quieren practicar su inglés y que al llegar las invitemos a comer. Son muy simpáticas y cuando el camino empieza a ponerse difícil, nos fueron de gran ayuda. Yo al principio me resistía a que me ayudaran pero a final claudiqué.

Bambú

   El camino es complicado, pero los paisajes son soberbios. Las montañas de Sapa están completamente trabajadas en bancales, una ingeniosa solución para el cultivo de arroz en la ladera de las montañas. Los habitantes, que procedían del sur de China, construyeron las terrazas cortando en horizontal la ladera de forma que el agua se mantuviera estancada como el arroz necesita para ser cultivado. Eso ya lo sabía yo de la albufera valenciana. Evidentemente, el objetivo de estos bancales es eminentemente práctico, pero el resultado estético es impresionante.



Niña sobre un búfalo de agua
Cerdos vietnamitas
Bancales de arroz en las montañas de Sapa
Plantación de índigo, con el que tiñen las ropas.
Dao nos explica acerca de la indumentaria de las mujeres
La foto del grupo
Más terrazas de arroz en Sapa

   Subimos y bajamos por caminos cada vez más escarpados. Yo me pregunto qué clase de trekking he contratado. A lo mejor fui un poco fanfarrona con Tracy, la chica del hotel y le dije que estaba en buena forma. No me acuerdo. Ha estado lloviendo el día antes y hay mucho barro.Algunas zonas están muy resbaladizas. Después de varias horas de camino, me trago mi orgullo y me dejo ayudar sin rechistar por las mujeres del pueblo o por Dao, el guía.

   Llegamos por fin a una aldea donde comemos.  Aquí es donde nuestras amables sherpas nos acosan, aunque de forma leve, para que compremos artículos de artesanía. 

   No soy solo yo la que no sabe muy bien a dónde vamos. Therese, la chica irlandesa  y los alemanes tampoco saben de qué va la cosa. Todos creemos que la aldea dónde estamos comiendo es el destino final, pero cuando Dao aparece y nos dice que tenemos que proseguir el camino, nos damos cuenta de nuestro error. Todos nos levantamos resignados sin muchas ganas de preguntar cuánto queda para llegar. 


       El camino parece no acabar. menos mal que al menos no llueve y no hace calor. Pasamos por algunas aldeas, visitamos sus escuelas, nos muestras como hacen sus artesanías.

Escuela en una aldea de Sapa
Qué modositos¡
Con este sistema impermeabilizan la ropa
ingenio para hacer harina de arroz


Así pasa el agua de un bancal a otro
Homestay en la aldea

   Después de cruzar varios ríos, y subir y bajar laderas un sinfín de veces, por fin llegamos a la casa de la familia que nos va a alojar. Son muy amables, nada que ver con la anterior experiencia en Kratie, y aunque tampoco hablan inglés, tenemos a Dao que hace de traductor y esto facilita enormemente la comunicación.
   Yo observo que de cuando en cuando, nuestro anfitrión lanza insectos muerto hacia el tejado de la casa. Pregunto curiosa por tan extraña costumbre y me explica, más por señas que otra cosa, que hay un nido en una viga y que eso es buena suerte para la casa. Están rallaos aquí con eso de la suerte, oye. Loa cuarios dan suerte, lo nidos dan suerte.Todo es luky, luky.


Nido en una viga de la casa

   Después de una buena ducha, nos preparan una cena pantagruélica y exquisita. Creo que la mejor comida que he tomado en todo este tiempo en Vietnam. Toda la familia se sienta con nosotros. Los hijos son mayores,  sólo uno está casado y también vive en la casa con su mujer. No hay ningún niño pequeño. Son muy simpáticos. Dao nos explica que todos viven de la parcela de tierra que rodea la casa y de los ingresos que obtienen como homestay. Se ve que les debe ir bastante bien, porque están haciendo obras para ampliarla. En medio de la comida, sacan unos vasitos diminutos y una botella de vino de arroz y nos invitan a beber. Brindamos una y otra vez en todos los idiomas que se nos ocurren. El vino de arroz no está muy bueno, pero al cuarto o quinto casi da igual. Yo no hago más que poner el vaso boca abajo, pero Dao lo levanta diciéndome cada vez “el último, el último¡¡”. Acabamos un poco piripis, claro.

Cena en la homestay

   Todos se van a dormir y nos quedamos Sebastian, el chico alemán, Therese, la chica irlandesa y yo. Hace una noche maravillosa y aunque estamos cansados, no tenemos ganas de acostarnos aún. Saco el vino chileno que traje desde Sapa y lo compartimos mientras conversamos y miramos las estrellas. Un alemán, una irlandesa y una española, arreglando el mundo bajo el cielo vietnamita. No está mal.

    A la mañana siguiente, después de una efusiva despedida de nuestra familia anfitriona, y con un dolor de cabeza tremendo, seguimos la ruta circular que nos devolverá a Sapa.

El grupo y la familia que nos acogió

Destilando vino de arroz para emborrachar viajeras incautas
No usan maquinaria. Sólo hace tres o cuatro años han empezado a usar pequeñas máquinas de roturar


Curioso souvenir

Atención al calzado de la maestra
No me canso de fotografiar losbancales
Aquí todos los tréboles tiene cuatro hojas. Luky, luky¡

   Hoy atravesamos un interminable bosque de bambú, muy bonito pero terriblemente escarpado. Continuamente resbalamos y Dao nos grita todo el tiempo “Hold the bamboo, hold the bamboo¡¡¡(sujetáos al bambú¡¡). Este es uno de esos momentos, creo sinceramente que el primero desde que salí de casa, en que me he preguntado “¿Pero qué coño hago yo aquí? Con lo a gusto que estaría yo tumbada en una playita o sentada en un terraza¡".

Therese y yo fingiendo que nos divertimos

    Lo peor ha sido mientras intentas conservar alguna parte de tu cuerpo libre de barro. Sobre todo los pies. Una vez que estás completamente cubierta y con los dos pies encharcados, el camino se hace bastante más sencillo, porque ya te da igual si te metes en los charcos. Sólo hay que intantar no mirar el precipicio y ya está.
    Disfrutamos paisajes, atravesamos aldeas, visitamos escuelas. Subimos y bajamos. Subimos y bajamos. Y por fin llegamos a Sapa. Los miembros del grupo nos despedimos y yo me encamino hacia mi hotel con Dao y mi maleta ( qué gusto volver a verla¡) en una moto.

   Me mosqueo un poco, porque el hotel no es el que he contratado, pero me dicen que está lleno. Yo no lo entiendo, pero como el nuevo no está mal y tengo unas vistas preciosas, tampoco me resisto mucho.No estoy por discutir.

   Cenita y paseo nocturno por la ciudad. Hay montones de tiendas con imitaciones de ropa de montaña de marca. Es prácticamente inevitable que se te pegue alguna de las mujeres de las minorías, pero una vez que lo asumes, no resulta demasiado incomodo. No son pesadas y pueden resultar tremendamente simpáticas. Esa noche se me acercó una de la etnia mong,Cho era su nombre,  que hablaba bastante bien inglés. Me estuvo contando sobre sus costumbres a la hora de casarse, sobre su familia. Se casan jovencísimas, y aunque los matrimonios son acordados, me dice que si la chica no quiere, no se celebra la boda. Todas prácticamente aprenden inglés de los turistas y la mayoría te puede chapurrear unas palabras en un montón de idiomas. Le pregunto qué hacían antes de que llegaran los turistas y me dice que cultivar los campos de arroz y cuidar de la casa y los hijos. Es una sociedad claramente matriarcal, las mujeres están por todas partes y se nota que llevan la batuta en todo prácticamente. Yo  estoy por inventarme una historia acerca de mi, porque aquí todo el mundo se pone muy triste cuando digo que estoy divorciada y que no tengo hijos. Cho parece desolada y me dice que en su aldea puedo encontrar un buen marido,.Le digo que en otro momento.

   La excursión del día siguiente fue un fiasco. Dao me había prometido que sería bastante suave, porque estoy hecha polvo, pero resulta un poco decepcionante. Vamos con una pareja de israelitas que parece que lo quieren comprar todo antes de salir del pueblo. Dao y yo nos miramos y nos sentamos a esperarles sonriéndonos con resignación.Visitamos una cascada que no es nada del otro mundo y luego subimos a una montaña. Lo peor fue a la vuelta que nos metieron en un espectáculo folclórico que era bastante pestiño.
Cascada en Sapa
Accidente de minivan. si es que van como locos¡
Galería de arte en Sapa



   Vuelta a Sapa y a coger el tren nocturno de regreso a Hanoi. Esta vez no tengo tanta suerte y tengo que dormir en la litera de arriba.Y al lado, un jovencito que no paraba de hablar por teléfono a grito pelao.

   Llego a Hanoi sobre las 5.30 de la mañana. Tengo tiempo sólo para una ducha y desayunar,porque en un rato parto hacia la Bahía de Halóng. Prometo que la próxima vez que contrate algo voy a poner más atención. Pero ahora ya no tiene remedio.

   Me dicen si no me importa ducharme en una habitación que aún no está del todo arreglada. Voy a verla y me parece bien, porque el baño está limpio. Y, claro, mientras me arreglo no puedo evitar jugar un ratito a mi antiguo juego de adivinar. Pareja de mediana edad. Ella fuma. Educados. Asiáticos, pero de otro país.  Y así todo el tiempo mientras me arreglo y me ducho.No lo puedo evitar.

     La minivan está llena de gringitos veinteañeros que no paran de gritar y reír. Espero que no vayan a mi mismo barco. Pero mis temores se materializan cuando veo que todo el grupo de la minivan vamos al mismo destino.  Menos mal que va también una chica española muy mona y muy simpática, Lorena, que me cuenta que está trabajando en Vietnam durante dos meses. Es de Valladolid.
    Por lo menos puedo entenderme bien con alguien¡