martes, 24 de diciembre de 2013

DE PAPEETE A LA ISLA DE PASCUA




   Polinesia. Mi destino soñado. Los sueños a veces no son lo que uno espera. Ni mejor, ni peor. Ya me imaginaba, a estas alturas de la película, que esta experiencia polinésica no iba a ser como yo imaginaba en mis fantasías de jovencita. No ha sido negativa. No,por favor, para nada. Me ha encantado poder estar aquí y disfrutar de esta maravilla. Pero también ha sido una lección. Y, de todas formas, ya me lo esperaba. Era consciente de que es un destino para "honeymooners" adinerados y que el turismo de mochileros es completamente minoritario. Pero lo que no podía imaginar es que sería para mí tan difícil no tener con quien compartir esta experiencia. Al final, va a resultar que soy humana..


   Mi vuelo sale de Tahití, así que como la combinación con el barco de Moorea no me coincide mucho, tengo que pasar un montón de horas en el aeropuerto hasta que sale mi vuelo rumbo a la Isla de Pascua.Pero no puedo decir que lo sienta. Ha sido la espera más amena que haya tenido jamás en un aeropuerto. Llegadas con collares de flores, despedidas con collares de conchas. Bailes, música de ukeleles, canciones por todas partes. Una absoluta delicia. Ha habido veces que no sabía a donde acudir, porque había distintos ambientes ( y mira que el aeropuerto de Tahití es muy pequeñito) formando jaleo, con música, bailes y risas.


Música y bailes en el aeropuerto de Papeete (Tahití)


   Cinco horas de vuelo que se hacen cortas porque las paso durmiendo. Cinco horas es mi media de desplazamiento, y, la verdad, es bastante razonable. Es el máximo que he intentado mantener en este viaje, y puedo decir que lo he conseguido. Cada vez se me hace más penoso sobrevivir a esos vuelos interminables de 10 o 12 horas. Estoy mayor.


   Nada más poner un pie en la isla, ya te exigen que compres el pase para visitar el parque donde están los moais. Aunque vengo descansada, este tipo de "chantaje turístico" es algo que siempre me da mucha rabia. Además, en este caso, te aseguran que si no compras la entrada aquí, luego no podrás comprarla en ningún otro sitio. Vaya recibimiento. Aún así, no me conformo con negarme a comprarla. Además, solivianto a cuantos pasajeros están cerca de mí para que hagan lo propio. Es que no me parecen formas, la verdad.


   El hospedaje por el que me decido, después del acoso y derribo de un montón de vendedores de alojamiento local, resulta no ser gran cosa, pero, como suele decirse en estos casos, al menos está limpio. Quien no se consuela es porque no quiere. Ya en el transporte desde el aeropuerto, discursito de "pureza de sangre" de las fuerzas vivas de la isla en la radio local. Empezamos bien.


   La isla tiene una belleza extraña, inquietante. Un tipo de belleza muy diferente al de Moorea, aunque con otra clase de fuerza. Tiene un magnetismo extraño, menos asequible pero no por ello menos impactante. Distinto. En el camino no consigo ver ningún moai, aunque estoy segura de que terminaré cansada de verlos. Supongo. El tipo que me conduce a mi destino es de pocas palabras. Pronto me voy a dar cuenta de que esa es la tónica general entre los isleños.


   El albergue tampoco está demasiado animado que digamos. Y esa misma noche, acabo tomando una cerveza enfrente del cementerio, que es lo más iluminado de toda la isla. Pues sí, resulta que aquí tienen la costumbre de poner lamparitas de esas solares en las tumbas y de noche hace un efecto fantasmagórico y hasta un poco cómico, diría yo. Y contrasta con la escasa iluminación que hay en el resto de la isla. Paradojas de la vida. Se puede deducir, si el cementerio es lo más iluminado, que la animación nocturna no es gran cosa. Pero no tengo derecho a quejarme. Aquí ocurre algo parecido, aunque no tan extremo, a lo que pasaba en Polinesia. El turismo mochilero es minoritario y la mayoría de los turistas se queda de noche en sus hoteles, dónde les suelen ofrecer entretenimientos. 

   La verdad es que hay un camping, pero no me ha gustado mucho el ambiente. Además, han caído varios aguaceros importantes y no me hace mucha ilusión que me encuentren en una tienda de campaña, la verdad.


   Lo más agradable es volver a hablar español. Me encanta levantarme por la mañana y decir "BUENOS DÍAS"a boca llena.  Me encanta. Aunque, claro, a veces tengo la sensación de que tengo que volver a aprender a hablar. A veces incluso tengo dificultades para comprender, aunque se resuelven rápidamente. Comfort, por ejemplo, es papel higiénico. El nombre viene de una marca que era muy usada y quedó como nombre genérico del producto. Algo así como en España pasó con la Magefesa, o el Rimmel Pero claro, si vas a entrar en un servicio público y te dicen que si quieres "comfort" tienes que pagar otro precio... pues te quedas un poco a cuadros.Y así en un montón de ocasiones. El monto es la cuenta, carretear es ir de copas. y, claro, el famoso coger, que tienes la sensación de que en España estamos cogiendo todo el tiempo: cogemos los autobuses y los trenes, los resfriados, el wifi,el sentido de una frase. En fin, no había sido consciente hasta ahora de lo mucho que usamos el dichoso verbo. Tomar es beber, coger es follar...Lo dicho, a aprender español otra vez


   Cada vez me doy más cuenta de que el carácter isleño es más áspero aún que las rocas de lava que conforman la costa de la isla. Por contra, perros y gatos son extremadamente cariñosos. Será para contrarrestar. Y el ceviche de atún es uno de los platos más deliciosos que haya probado jamás. Estaría comiéndolo todo el tiempo. El problema es que no es precisamente barato.

Una pequeña playita de la Isla de Pascua

La isla tiene una belleza inquietánte, áspera

Ahu Tongariki desde la lejanía. Es el centro ceremonial más grande de Polinesia, y fue reconstruido tras un tsunami, con la ayuda de Japón


Un rincón de belleza salvaje

  El primer día me decido por una cabalgada por el interior de la isla con un guía local. Esperaba un grupo bastante numeroso, cuando para mi sorpresa, encuentro que voy a ir sola con el guía. El individuo es un ejemplar típico local, hosco, lacónico y mal encarado. No me hace una especial ilusión, pero me resigno.

   La verdad es que ver la primera formación de moais me impresionó. Se trataba de los únicos que están mirando hacia el mar, y mi primer impulso fue ponerme a su altura y mirar en la dirección hacia la que tenían dirigida la mirada, con tan mala fortuna, que pisé sin querer una zona sagrada, ahu, que no se puede pisar.

Ahu Akivi, siete gigantes, que son los únicos que miran al mar. Representa a los siete emisarios que envió desde polinesia Hotu Matua, quien posteriormente se convertiría en rey de la isla



 En cuanto advertí los gritos y aspavientos de mi guía y otras dos personas que parece ser vigilaban la zona, me di cuenta de que algo no iba bien. Cualquiera que me conozca un poco sabe lo extremadamente respetuosa que suelo ser con este tipo de cosas, y este desliz , provocado por mi ignorancia y falta de documentación previa, me resultó terriblemente desagradable.   Pido mil excusas y me deshago en disculpas, pero todo eso no consigue apaciguar el cabreo de mi "afable" guía. Yo, viendo que aquello no terminaba y habiendo hecho todo lo que estaba en mi mano, al final opté por decirle: "Mira, seguro que los dioses me perdonan, porque lo he hecho sin mala intención". Ni por esas. El tío dale que dale. Al final llegó a molestarme de verdad. Consguió que me sintiera tan mal que hasta se me saltaron la lágrimas, aunque intenté por todos los medios que no se diera cuenta.Me parecía tan injusto. Opté por ignorarle. 

   Luego, cuando vio mi actitud, pasó todo el tiempo intentando congraciarse conmigo.  Respeto todas las creencias, pero en mi fuero interno detesto todo fanatismo religioso y todas las supercherías infumables en las que muchas gentes se refugian. Pero soy incapaz de guardar rencor, sobre todos cuando, en su intento de volver a avenirse conmigo, me hace una pregunta que refleja su enorme ignorancia:

 "¿ Y España tiene mar?"


   Subimos al pico más alto de la isla, el volcán Terevaka, que es el más joven de los tres volcanes principales de la Isla, desde donde hay una vista soberbia, que el comentario del pobre ignorante no me deja saborear.

" Mira, este es el paisaje más bonito del mundo. en ninguna otra parte del planeta se divisa una vista tan maravillosa". Me muerdo la lengua hasta casi hacerme sangre para no responderle. No merece la pena. Además, si se empeñan en llamar a la isla el ombligo del mundo, qué se puede esperar.

En la cima del Terevaka, el volcán más alto de la Isla de Pascua

Se puede disfrutar de una vista de 360 grados sobre el Océano Pacífico



   El camino de vuelta es más aburrido, los paisajes más áridos y monótonos y el rapa nui empieza a entonar una canción a grito pelao. La verdad es que es una melodía emocionante , incluso un poco hipnótica, a pesar de que mi amigo no está muy dotado para el canto. Es una melodía simple y repetitiva, así que al final casi acabo aprendiéndomela y tarareandola con él. Cuando termina, me explica que es una historia muy triste, sobre un hombre que va a buscar a la mujer que ama, y nunca consigue encontrarla. No me cuadra mucho la traducción tan sensiblona de un tipo tan bruto, pero en fin, no tengo más remedio que creerle. 

Y entonces, me pide, muy justamente, que cante yo una canción típica de mi tierra. Me encanta cantar, de hecho me paso la vida canturreando y cantar a pleno pulmón es algo que me hace sentir como  deben sentirse después de una carrera o una clase de spinning la gente que hace deporte. Pero en ese preciso momento no tenía malditas la ganas. Además, no se me ocurría qué cantar. Al fin, opté por deleitar a mi compañero con una versión muy sentida de "La Zarzamora", después de todo soy una tonadillera frustrada. La había estado ensayando con Pilar antes de que nuestros caminos se separaran, para hacer luego un vídeo tipo al que rodamos en la ciudad prohibida de Hué, en Vietnam como "Las Grecas de Ho Chi Ming".


   Cantar la Zarzamora sobre un caballo atravesando la Isla de Pascua no ha sido algo que jamás hubiera previsto hacer en mi vida. Pero allí estaba yo. Y no me salio mal del todo, oye.


   Aunque después de todo la cabalgada no estuvo mal, fue un alivio terminar. Y además, esa noche tenía plan. He conocido a una chilenas e, madre e hija, y hemos quedado para ir a un concierto de música autóctona que promete ser divertido.
   Cuando llega la hora de salir, empieza a llover con una violencia increíble. Creo que pocas veces he visto llover de esa forma. Decidimos esperar a que pase, pero viendo que la cosa se alarga, nos atrevemos a salir. Nos cuesta llegar al lugar del concierto, y cuando lo hacemos, el ambiente deja mucho que desear, aunque a medida que avanza la noche se va animando un poco. Al final lo pasamos bastante bien y lo mejor fue la espectacular cenita que César, un amigo de Karen también chileno y que es cocinero, nos preparó a las tantas de la madrugada en la cocinita del hostel.
   La verdad es que la música rapa nui no me gusta demasiado. Es repetitiva, o más bien machacona. Una mezcla de acordes polinesios, maoríes y siux. Los bailes son más simpáticos, también muy similares a los de polinesia, con una vestimenta muy particular hecha a base de plumas.

Espectáculo Kari Kari, muy famoso en la Isla. Este tipo era clavado al Yuyu, el chirigotero de Cádiz.

El Yuyu Rapa Nui



 Las plumas son muy valoradas aquí, sobre todo para confeccionar estas vestimentas tradicionales y todo tipo de accesorios y abalorios. Los gallos los crían básicamente para aprovechar sus plumas. hay ejemplares de gallos bellísimos. Un día, mientras paseaba, pude observar la pelea de dos ejemplares soberbios y me quedé impresionada. Creo que nunca había visto semejante muestra de agresividad.

El concierto-fiesta con los músicos locales

Al final se animó la cosa y resultó divertido


   Por si no había tenido bastante con la experiencia de la cabalgada, otra parte de la visita a la isla la hago con otro guía local. Otro personaje. Moi Moi dice llamarse. Se pasó todo el tiempo renegando del gobierno chileno, en vez de contarnos las excelencias y los misterios de su adorada isla. Eso sí, llegó un momento en que sentí que si volvía a oír la palabra ancestral o ancestros, vomitaría. Qué pesao, el tío.   Visitamos el Rano Raraku, que es un volcán dónde estaba la cantera de donde obtenían la piedras para hacer los moais y dónde se encuentra la mayor concentración de estos, y quizás los más inquietantes, porque, a pesar de no estar la mayoría terminados del todo, y de no haber sido colocados sobre el ahu donde estaban destinados, tienen desde mi punto de vista, las expresiones más humanas y más conseguidas.

El Rano Raraku es uno de los emplazamientos donde te sellan el ticket turístico que te obligan a comprar en el aeropuerto cuando llegas. El otro es el poblado Orongo

En Rtano Raraku hay unos 400 moais.La piedra de esta cantera es de poca dureza, lo que permitía tallarla más fácilemte con una herramienta de basalto llamada "Toki"

Me encanta la expresión, entre excética y dubitativa  de éste

Hay moais en todas sus fases de construcción. Este aún no había salido de las entrañas de la roca


Las orejas grandes, la nariz , los brazos...

A mi éste me da la impresión como que quiere emerger de la tierra que lo aprisiona

  Cuando yo era pequeña,  recuerdo que estaba muy de moda el fenómeno ovni, y que se atribuía a estas peculiares construcciones un pasado extraterrestre, así como a Machu Pichu o a las líneas de Nazca. Recuerdo que Perú era un país con mucho atractivo en esa época para todos aquellos que se creían a pies juntillas toda aquella pseudociencia "paranormal". Afotunadamente, hoy todas esas descabelladas teorías se han sustituidos por hipótesis más racionales aunque, todo hay que decirlo, igual de inciertas. 
   Porque la verdad verdadera no la sabe nadie, todo son especulaciones aunque unas más creíbles que otras. La única escritura polinesia de la que se conservan vestigios ( no hay que olvidar que es un pueblo basado en la tradición oral), el rongo-rongo, aún no se ha conseguido descifrar. Quizás el día que se consiga, habrá respuestas más concretas sobre los "misterios" de la Isla de Pascua.

   Hoy en día, está casi unánimemente admitido que no hubo intervención extraterrestres, que los moais fueros erigidos a base del esfuerzo de los clanes que habitaban la isla y que tenían una connotación religiosa. Hay muchos paralelismos con Egipto. Los sacerdotes eran el poder y construir el moai más grande se convirtió en el objetivo de los clanes, que competían entre ellos por conseguirlo. Para ellos, descuidaban la agricultura, la ganadería y cualquier otra actividad, dedicándose casi en exclusiva a construir moais cada vez más grandes. Como los moais eran transportados a base de troncos rodantes, esta actividad acarreó también la feroz deforestación de la isla. Y todas estas circunstancias acabaron por arruinar la sociedad, tanto económicamente como moralmente, pues los habitantes se habían convertido prácticamente en esclavos dedicados a fabricar moais, en unas condiciones cada vez más precarias por la falta de comida al haber descuidado el campo y la ganadería. Y entonces, al igual que en el antiguo Egipto, además del cambio social ocurrió el cambio religioso, y se pasó del culto a los moais al culto al hombre pájaro. Esta nueva religión se ve en la peli que dirigió Kevin Costner hace un montón de años y que se llamó, precisamente, rapa nui. En Hanga Roa, la capital de la isla, hay un hotel que tiene una pequeña sala de cine que exhibe todos los días esta película, cada vez en un idioma distinto.  

   En Hanga Roa queda el único moai que conserva sus ojos de coral blanco que, según la tradición ancestral, le confieren el mana, o poder que era lo que les hacía, según los rapa nui, ir caminando hasta el lugar donde debían establecerse definitivamente.


El moai con ojos

   Justo enfrente de este moai fue dónde conocí a Jean Luc, y él siempre decía que había sido el mana del moai lo que había propiciado nuestro encuentro. Con esa premisa, es fácil adivinar que Jean Luc es de esos individuos que yo doy en clasificar como "esotéricos". Francés, en sus postreros cincuenta o primeros sesenta, según mis cálculos, bien parecido a pesar de la edad, elegante, educado. Y terriblemente simpático y locuaz. Todos estos "atractivos", probablemente en otras circunstancias no hubieran tenido mucho peso, pero con lo terriblemente aburridas que se me hacían las largas tardes pascuences, no dudé en aceptar su proposición de cenar juntos. Ni siquiera me sorprendí cuando lo hice. Karen y su madre han partido para Santiago (dónde espero que nos volvamos a encontrar) y la oferta de ocio de Hanga Roa es francamente poco atractiva.
   Jean Luc me parece un tipo interesante y me agrada estar con él. Me encanta conocer gente cuya trayectoria vital sea diferente de la mía, y la de Jean Luc, vive dios, lo es. No sé muy bien de quien es el mérito, supongo que de él, pero entiendo perfectamente su francés y me siento lo suficientemente cómoda como para hablar en ese idioma sin cortarme. Dentro de mis posibilidades, claro. Me cuenta cosas, muchas, pero otras tantas las intuyo por su forma de actuar, o, por qué no decirlo, por intuición.  Le imagino una buena educación en un entorno privilegiado,y a pesar de ello un pasado difícil, y mucho esfuerzo por superarlo. Le imagino, y su conversación acaba por confirmármelo, graves problemas familiares. Pero también adivino que ha superado gran parte de todo sus vivencias.
   Me propone hacer al día siguiente un "viaje energético" por la isla y acepto. Meses después, cuando le cuento esto a una amiga en Lima, me espeta escandalizada ¿ y no pensaste que podía ser un "serial killer?. Pues no, Coca, no lo pensé. Si llego a pensar eso la mayor parte de mi viaje, creo que el terror me hubiera paralizado.Y, afortunadamente, no ha sido así. Probablemente, soy una tía con mucha suerte, o con un ángel de la guarda de 200 kg. arduamente ocupado en mantener mi integridad física.O yo que sé. A veces creo que mi misma inconsciencia o "inocencia" me protege frente a posibles malos rollos. Vete tu a saber.
   El caso es que al día siguiente, estaba en un todo terreno recorriendo la isla de Pascua con un tipo que acababa prácticamente de conocer. Y la verdad es que fue divertido. Jean Luc iba buscando lugares donde hubiera una acumulación especial de energía y él, digamos, según yo entendí, la liberaba. Y de paso, intentaba hacerme a mí algún tipo de bien. La verdad es que a pesar de lo genial que me cayó y de todo lo demás, sigo siendo una escéptica impenitente en estas cosas, aunque, también tengo que reconocerlo, cada vez menos.


Playa de Anakena, la más bonita de la isla





 

2 comentarios:

  1. me encantó tu relato, recién lo leo 9 años pasados, soy uruguayo y pensaba hacer ese recorrido, pero a la inversa, Santiago-Isla de Pascua y Papeete, pero en fin, como que Isla de Pascua ya no me motiva tanto, leyendo tu historia, saludos

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  2. Hola Anónimo¡ No sabes que ilusión me ha hecho volver a recibir comentarios en el blog de mi vuelta al mundo. Me alegra haberte podido ayudar un poco en la preparación de tu viaje, que promete ser maravilloso y siento haberte desanimado a visitar la Isla de Pascua. Hay que tener en cuenta que cuando llegué allí, yo llevaba viajando bastantes meses y estaba un poco cansada. Si vas desde Santiago, que siempre fue el trayecto que yo pensaba hacer antes de embarcarme en la vuelta al mundo, te recomiendo encarecidamente que hagas una escala de varios días en la Isla de Pascua. Merece la pena ya que es un lugar en el que vas a ver cosas que no encuentras nada más que allí y es realmente interesante y curioso. Un saludo viajero

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