martes, 21 de mayo de 2013

VANG VIENG. VIENTIANE.





   Ahora llueve casi todas las noches. A eso de las cuatro, empieza una tormenta formidable, con gran aparato eléctrico y unos truenos colosales. El agua cae con una rabia que parece que se va a juntar el cielo con la tierra. A mí me gusta salir a mi balconcito y contemplar los rayos y la lluvia sobre el río. Al día siguiente, suele amanecer despejado, y si no fuera por los charcos y el barro, cualquiera diría que no ha pasado nada. Algunos días sigue lloviendo por la mañana, pero son los menos, y es una lluvia leve, que no afecta   a la vida de los habitantes ni de los visitantes.

   Desde Luang Prabang, mi idea era ir hacia el norte, porque Ana, la chica granaína, me había comentado que visitó unas aldeas con mucho encanto, y muy muy tranquilas. Pero ahora no acabo de verlo. Luang Prabang ya me parece suficientemente tranquila. Además, hay que ir en barco, porque la carretera es espantosa y el río, con las últimas lluvias, lleva una fuerza que…Así que los que me decís que soy valiente, podéis comprobar que no, porque no hago más que darle vueltas a la travesía. La otra opción es bajar hacia Vang Vieng. Es un destino que había eliminado de antemano, por la fama que tiene lo del tubbing, pero todo el mundo me cuenta que lo han prohibido y que es un sitio muy bonito que merece la pena visitar.

   El tubbing consistía en descender el río que atraviesa el pueblo montado en cámaras de rueda de tractor. Como a algunos les parecía un poco aburrido, fueron proliferando bares a lo largo de la orilla, desde donde te lanzaban una cuerda para que subieras y tomaras una copa. La cosa se fue desmadrando, añadiendo al alcohol toda clase de sustancias y las formas más descabelladas de divertirse, como pintarse el cuerpo con sprays de colores, saltar desde cuerdas situadas a gran altura al río, etc. Vang Vieng se convirtió en un lugar inexcusable en el via crucis de los mochileros fiesteros y pasados de todo el mundo, hasta que lo han tenido que prohibir porque cada año se mataban un montón de jóvenes.

   Ahora se puede hacer, pero casi todos los bares están cerrados y las tirolinas y plataformas inutilizadas. Tras grandes cavilaciones, decido ir a Vang Vieng.

   Aunque a priopri suene mejor viajar en minivan que en un autobús, cuando veo que la segunda opción es sustancialmente más cara, me escamo bastante, pero decido de todas formas desplazarme en la minivan. No son muchas horas de trayecto. 
   
   La carretera es espantosa. Yo no he visto más cantidad de curvas y más cerradas en mi vida. Pero los paisajes de montaña por los que pasamos son alucinantes. Un presagio de lo que será Vang Vieng. Increíblemente, la furgoneta va ocupada por el número exacto de pasajeros para el que está diseñada desde el principio hasta el final del trayecto. Van una pandillita de holandeses. Uno de ellos no para de hablar, y debe ser muy gracioso porque después de cada parrafada todos los demás se parten de risa. Yo no me entero de nada, claro, y me da rabia. Viajan también una madre y una hija holandesas y dos chicos jóvenes en estado semicomatoso que se instalan en la parte de atrás. Uno de ellos, tiene que bajar a vomitar a la mitad del trayecto.

Carretera de Luang Prabang a Vang Vieng


   En una de las paradas para ir al baño y comer algo, le pregunto si se encuentra mejor. Me dice que sí y me cuentan que son daneses. Cuando les digo de dónde soy el otro chico me cuenta que un tío suyo tiene una agencia inmobiliaria en Vélez-Málaga y que él, que es chef, estuvo a punto de coger un trabajo en el Café de París en Málaga. Está visto que el mundo es un pañuelo, y nosotros somos los mocos. Son muy majetes, no se puede fiar uno de las primeras impresiones. Se muestran muy entusiasmados con mi viaje y mi cambio de vida.El de la pota intenta todo el tiempo hablarme en español. Después de mucho mirar al cielo y mesarse los cabellos por el esfuerzo me espeta:-"Tú...hermosa". A mi me suena que lo dice por los bocatas laostyle que se me han incrustado en la barriga.

   Me cuesta un poco encontrar un sitio donde alojarme y al final no estoy muy satisfecha, pero al menos tengo unas vistas preciosas sobre las montañas.

Montañas de Vang Vieng



   El pueblo es bastante feo. Hay un efecto residual post-tubbing y aunque no se vea el mismo desfase, algo queda. Mucha oferta de alcohol barato, compitiendo por ofrecer el mejor precio por la mayor cantidad de bebida. Se estila ofrecerla en una especie de cubitos de playa.

    Y luego están los "Bares de Televisión", que es una cosa curiosa de verdad. Bares enormes, con pantallas por todos lados, donde emiten continuamente capítulos de la serie Friends (que debe ser lo que para nosotros es Verano Azul, digo yo), y montones de jóvenes viendo como hipnotizados un capítulo tras otro. Me chocó muchísimo. Venir hasta Laos para embirracharse, drogarse y ver la tele me parece de lo más curioso. Algunos tienen una parte que da al río y a las montañas donde se puede comer y se está bastante bien hasta que encienden las pantallas. La primera tarde diviso desde uno de esto bares un globo aerostático. Más tarde fui a preguntar pero vale una pasta, así que descartado. Además, unas chicas me dijeron que tampoco es para tanto.

"Bar de televisión en VangVieng"


   Aquí si que no puedo evitar la opción “aventura”. No hay ni una sola excursión, ni una, que no incluya kayac, trekking, tubbing (en su versión light, claro). Y mira que me recorro todo el pueblo.  Pongo cara de pena y miento diciendo que tengo una lesión en la rodilla, pero ni por esas. 

   Así que al día siguiente, excursión de “aventura”. Eso sí, la más light que consigo encontrar.

   Empezamos, como no, visitando una  cueva, la cueva del elefante. Un pestiño.

Cueva del elefante

 Atravesamos una aldeita y empezamos a caminar. El paisaje es bonito, pero tampoco como para tirar cohetes.




 En un momento dado hay un pequeño desnivel y el guía dice que tenemos que desviarnos, que es peligroso. Peligroso? Si está chupao¡ Yo, tan lista como siempre, intento adelantarme para demostrarle lo fácil que es cruzar. No,noo¡ peligroso¡¡. Me hecha hacia atrás de un empujón, coge un palo y nos demuestra dónde está el peligro, que evidentemente no era saltar el desnivel. Los árboles circundantes están infestados de "casas de hormigas". El guía mete el palo dentro de una y empiezan a salir montones de hormigas con pinta de tener muy muy malas pulgas. Nadie volvió a discutir el cambio de ruta. Y yo menos que nadie.

Hormiguero

Otro hormiguero. Los árboles estaban cuajados de ellos


   Llegamos después de una caminata bastante light (si exceptuamos las hormigas) al sitio dónde comeremos más tarde y seguimos camino hacia otra gruta. Una más. La verdad es que empiezo a estar un poco harta de tanta gruta. Sin embargo esta es diferente. Tenemos que ir con luces frontales porque no tiene nada de luz. La entrada no es nada prometedora. Era, lo juro, como si nos estuviéramos internando en las minas de Moria. 




   En el interior ,aparte de la oscuridad más absoluta, hace un calor y una humedad inauditos para ser una cueva, que suelen tener una temperatura fresca.  Esta fue una de las cuevas dónde la población se refugió durante la guerra. Por si internarse en una cueva en la más profunda oscuridad fuera poca diversión, el suelo es un pedregal absolutamente resbaladizo, trufado de simas a las que no se les ve el final. El guía no hace más que repetir dos palabras: Cuidado¡¡ muy resbaladizo¡¡ Cuidado¡¡ muy profundo¡¡ Una juerga.

 Nunca sabré los tesoros maravillosos que escondía esta cueva porque no puede levantar la vista del suelo ni un momento, pero según me comentó Humberto, el chico suizo que también iba en la excursión, no me perdía gran cosa.

      Volvemos al sitio dónde estaban preparando la comida, comemos y de ahí vamos a bañarnos en un lago.

Al menos la comida estuvo muy rica


Esto sí que es una vajilla ecológica


 El lago es una charca sin mayor interés, debajo de una especie de chiringuito donde están comiendo unos doscientos mil coreanos, más o menos. Esta vez me he lucido contratando la excursión. Nos dan una cámara de camión, una frontal y entramos a la cueva con ambas cosas y agarrados a una cuerda. Yo no le vi la gracia, francamente. ¿He dicho ya que estoy harta de cuevas?




   Al menos, el trayecto entre el lago y la aldea Hmong que atravesamos es bastante espectacular, pero en la aldea ni siquiera nos detenemos. Es la misma tribu que ya había visto en las montañas de Sapa, en Vietnam. Los Hmong son la etnia que los norteamericanos entrenaron y utilizaron durante la guerra para luchar contra el vietcong, aunque parece ser que una vez terminada la contienda, no se preocuparon mucho de ellos. Le pregunto al guía sí no hay problemas con entre ellos y el resto de la población y me dice, un poco borde, que son todos hermanos y que la culpa de todo es de los norteamericanos.  


Puente minimalista






Casa de bambú

Bordados que hacen las mujeres Hmong


  Y para rematar el día maravilloso, dos horas de kayac para volver a Vang Vieng. El guía nos dice que no es nada peligroso, que en esta época el río lleva muy poco caudal. Una vez en el kayac comprobamos que lleva toda la razón. El nivel es tan bajo que tenemos que ir esquivando la roca viva continuamente. Pienso que en vez de un chaleco salvavidas no hubiera sido más útil un casco. En el camino,  pasamos por los restos de lo que fue el tubbing y vemos alguna gente bajando con los neumáticos pero en plan tranqui. Al menos el paisaje en esta parte del río es francamente bonito.







   Los 34 dólares que me ha costado la dichosa excursión es el dinero que peor he empleado en todo el viaje. Y para colmo cuando dejamos el Kayac no nos llevan al pueblo y tenemos que ir caminando. Había pensado ir al día siguiente al blue lagoon, que parece ser una de las excursiones más populares, pero no me atrevo a ir en bici, por el calor,y los tours me parecen muy caros, así que después de la experiencia de hoy, prefiero seguir hacia el sur, hacialas 4.000 islas.

 



1 comentario:

  1. ¡¡Fiuuu¡No me veo atravesando esos pintorescos y "finísimos puentes" a la carrera y perseguido por un bolsón enorme de hormigas rojas proyectando sobre mi todo su ácido fórmico¡
    Despues de sorpresa de tu blog pues debes saber que has entrado en una parte mas deprimida del país, aunque no menos interesante, espero obtengas buena información turística de primera mano. Animo y a por ello. Saludos cordiales.

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