Meus sonhos são barcos que descem o rio
Em busca do mar que reluz no horizonte
E fogem da sorte dos pobres vadios
Que saltam pro céu despencando da ponte
Os barcos são coisas que as águas carregam
E às vezes não trazem de volta jamais
Meus sonhos são barcos seguindo com pressa
E muitos se quebram nas pedras do cais
Barcos. Rosa Passos
La excursión que nos toca en
Can- Thó es para ver los mercados flotantes, pero por aquí tienen montados los tours en
paquetes inamovibles y es casi imposible modificarlos. A éste, le han añadido un
paseo por los canales pequeños del río ( que nos apetece) y una visita a una
fábrica de noodles. No estamos muy seguros de sí queremos hacer esto último,
pero el precio es el mismo con visita y sin visita, así que aceptamos. Al fin y
al cabo, nunca hemos estado en una fábrica de noodles.
En CanThó también discurre la vida de la ciudad alrededor del río. Al
caer la tarde, el paseo de la rivera se llena de gente, familias, parejas.
Aquí, al contrario que en Camboya, sí vemos parejitas de la mano e incluso
agarrados de la cintura. La mayoría compra algo de comer y beber en los
puestos callejeros y lo consumen en la orilla.
A las cinco y media de la mañana estamos ya
en la barquita que nos llevará a hacer la visita. Otro amanecer sobre el Mekong, aunque éste es en realidad un afluente llamado Hau.
Uno de los mercados flotantes,
Cai Rang, es bastante grande y ruidoso, los barcos van a motor y son muy grandes. A pesar de ser bastante más famoso que el de Chau doc, yo tampoco encuentro
tanta diferencia. Luego visitamos otro más pequeño y tranquilo, Phong Dien. Aquí los barcos son más pequeños y van a remo, por o que resulta mucho
más tranquilo que el otro.
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Mercado flotante de Cai Rang |
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el mástil con la mercancía que venden |
En la travesía, nuestra guía
nos confecciona en un periquete unas figurillas preciosas con unas hojas
flexibles que coge de la orilla y unas flores. Se llama Tui y es una cachonda.
Aunque también nos cuesta mucho entender su inglés, esta al menos es más
vivaracha y espabilada para explicarse, y está todo el tiempo gastándonos
bromas, a veces un poco bruscas.
El paseo por los pequeños
canales es una auténtica maravilla. Todavía no hace calor, aunque ya va
empezando a calentar el sol, y el paisaje, con los manglares a los lados, campos
de arroz, casitas desperdigadas, es impresionante. Se supone que íbamos a ver
monos, pero no vimos ni uno. Y tampoco es que tuviera gran interés, la verdad.
Me encantan los animales, pero los monos no son especialmente santos de mi
devoción. Quizá porque se parecen demasiado al hombre.
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canales del río en Can-Thó |
Cada dos por tres, Tui tiene
que detener la embarcación y limpiar el pequeño motor porque se atasca con bolsas
de plástico. Es terrible. Yo cada vez tengo el impulso de decirle que no las
vuelva a tirar el río, pero no creo que sirva de nada. Me paso el día
rechazando bolsas de plástico que aquí te ofrecen por todas partes. Ya sé que
es absurdo, pero no lo puedo evitar.
La visita a la fábrica de
noodles, contra todo pronóstico, nos gustó mucho. Fue bastante interesante ver
el proceso de elaboración. Nunca me había planteado cómo se haría, y me gustó conocerlo. Además, tomamos un café vietnamita que estaba absolutamente DELICIOSO.
Y con leche condensada uhmmmm, que combinación tan acertada¡¡
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Café vietnamita |
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Fábrica de noodles |
Cuando llevamos un rato
navegando por los pequeños canales, le pido a Tui que pare un momento el motor,
que hace un estruendo horrible. Me apetece escuchar el canto de los pájaros, el
zumbido de los insectos. Nos invita a pasear un rato entre los campos de arroz
y aceptamos. Este paseo ha sido de lo más bonito que hemos visto hasta ahora, no ya solo por a belleza del paisaje, sino por la sensación de paz que se respira.
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Barcos con ojos pintados en el puerto de Can- Thó |
Cuando bajamos de la barca
vemos que Tui nos mira con cara de pocos amigos. Parece que en algún momento
hemos hecho algo que la ha ofendido mucho, pero no tenemos ni idea de qué. Intentamos darle la propina pero la rechaza airadamente. Nos sentimos fatal.
Primera lección: el carácter vietnamita no es el carácter camboyano. Aquí,
los vendedores son bastante más pesados al ofrecer sus mercancías, como les
digas que no o les ofrezcas un precio que no les parece, se cabrean y hasta te
empujan, si hace falta. Mi madre diría que son unos “picones”. Aunque la
mayoría de la gente no es así, claro, sólo algunos vendedores.
Al día siguiente partimos hacia
Saigón, que ahora se llama Ho Chi Ming, aunque a mí Saigón me suena mejor. Lo
que primero nos llama la atención es la cantidad ingente de motos que circulan
por las carreteras. Es impresionante. Saigón es la ciudad con más motos del
mundo.
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En Saigón |
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También hay muchas bicis |
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tienda de cascos |
Nuestro hotel está situado en una
zona que es tipo la Kao San de Bankok, quizás un poco menos ruidosa. Vamos a
cenar y a dar una vuelta. El calor es impresionante, y con la caída de la noche
no refresca nada.
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para que veais que no soy una exagerada |
Quizás es que hasta ahora no he tenido mucha suerte, pero la
comida vietnamita no me está gustando tanto como la camboyana o la tailandesa.
Cuando cojo una carta, suelo pedir algo que no conozco, para probar, y
últimamente todo lo que pido son sopas. Unas están pasables, otras buenas, la
mayoría malas. Aquí tienen una afición enorme a lo que yo llamo “sopa de ofnis”
(objetos flotantes no identificados) y la comen todo el tiempo, en todas las
comidas. Pero yo, la verdad, a estas temperaturas, no me apetece comer sopa.
Así que cuando hago la comanda en un restaurante y veo a un vietnamita venir hacia mí con
un cuenco en la mano, se me abren las carnes. Pero me aguanto y me la tomo. Hay que asumir los errores, y yo soy muy disciplinada
En nuestro primer paseo por
nuestro nuevo barrio, nos han llamado mucho la atención las peluquerías. Las
peluqueras son en cada establecimiento una legión de chicas jovencísimas,
monísimas, con minifaldas y escotes de vértigo. Y hay un montón. Dani dice que ha leído por internet que la prostitución está prohibida y que en las
peluquerías hay tantas chicas porque te quieren hacer sentir como a una
estrella de Hollywood. Pilar y yo tenemos otra teoría, claro. Al día siguiente
cuando volvemos a pasar por delante, intento hacer unas fotos y la vendedora de
frutas de la puerta empieza a hacer aspavientos y me dice que de fotos nada. Al
final consigo hacer alguna de tapadillo, pero en las menos espectaculares. Se ve que aquí no
se pueden fotografiar las peluquerías.
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Peluqueríaen Saigón |
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No entiendo por qué Pi no deja que Dani se corte el pelo en Saigón |
La verdad es que simple vista
no hay ninguna evidencia de que estemos en un país comunista. Apenas vemos
banderas con la hoz y el martillo, sólo alguna bastante disimulada, y Saigón está lleno de centros comerciales
ultralujosos. Al igual que China, Vietnam comenzó sobre los años ochenta una apertura económica, tipo perestroika, que aquí llamaron Doi Moi y hoy se puede decir que tienen una economía abiertamente capitalista.
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Centros comerciales de lujo en Saigón |
El calor es insoportable. A ninguna hora refresca, y tenemos que ir haciendo paradiñas de
cuando en cuando en algún local con aire acondicionado porque si no nos
empezamos a encontrar mal. Nos sentamos un rato en un parque y de repente
vemos que se empieza a arremolinar gente en un punto. Al acercarnos vemos que
ha caído un trozo de comida en el césped y hay varias ratas dando buena cuenta.
De un seto cercano van saliendo cada vez más, hasta que llegan a juntarse más de
veinte. La mayoría salen de seto, comen un poquito y se van otra vez corriendo,
pero hay una grandota que no se aparta ni un momento del trozo de comida. Los
locales miran el espectáculo con indiferencia. Los turistas hacen grandes
aspavientos, sobre todo las mujeres. Yo pienso que si tuvieran la colita peluda
y arqueda hacia arriba diríamos que son encantadoras y nos tomaríamos fotos con
ellas.
Pilar había pensado bajar mañana por la mañana temprano a hacer yoga en el
césped del parque, pero después de esto dice que no lo hará. Dani y yo la
animamos a que baje, y le auguramos que tendrá un montón de “alumnas”. Empezamos
a imaginar a las ratas en plan "ratatouille" haciendo el saludo al sol en su esterillita (el calor nos hace pensar tonterías)
y nos morimos de risa. De ahora en adelante, cada vez que vemos una rata usamos
la palabra “alumna”. Y cuando vemos ropa atrevida, decimos “ropa de peluquera
de Saigón”.
Al día siguiente, visita
turística. La catedral de Notre Dame, horrorosa, el edificio de correos, nada del otro
jueves, la Ópera pasable. A nivel monumental, la ciudad no tiene gran
aliciente.
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Catedral de Saigón |
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Edificio de correos |
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Edificio de correos |
El palacio de la reunificación, interesante a nivel histórico y con
unos jardines muy bonitos. La instantánea del momento en que un tanque
norvietnamita atraviesa la verja del palacio se ha convertido en el símbolo de
la reunificación .En el museo de la guerra me dio un chungo por el calor. Está
ubicado irónicamente en lo que fue la sede del servicio de información de EE.UU.,
y antes se llamaba Museo de Crímenes de Guerra Americanos, pero le cambiaron el
nombre, supongo que cuando la apertura económica.
En el exterior, parafernalia
bélica por un tubo. Me acuerdo de mi amigo Sergio, que seguro que se sabe todos
los nombres de todos estos engendros. A mí me horrorizan estas cosas, no lo
puedo evitar.
En el interior, más vitrinas con armamento variado. Imposible no
acordarse de Apocalipse Now, aunque no sea santo de mi devoción. El museo está
dividido en varias secciones, algunas haban de los niños durante la guerra,
otras del apoyo internacional durante el conflicto, otras de las barbaries
cometidas por los americanos.
Hay también una exposición de fotógrafos de
guerra muy renombrados. Algunas fotos son espeluznantes. Relatos de historias
terribles, masacres, violaciones masivas. Historias de los soldados americanos
que desoyeron órdenes y escucharon su conciencia. De cómo pagaron por ello.
Sólo fotos e historias. No hace falta más. La verdad es que la guerra de
Vietnam no fue una guerra cualquiera, fue un punto de inflexión en el que
cambiaron muchas cosas, como la relación entre militares y civiles, o
entre periodistas y políticos.Y puso en evidencia los límites en el uso de la
fuerza y sus consecuencias para ambos bandos.
Hay una sala específicamente
dedicada a las consecuencias del agente naranja. Paisajes antes y después de la
guerra. Malformaciones horribles, afectados genéticamente. Las consecuencias
todavía hoy perduran. Para mí, esta sala es la peor.Cuesta tanto creer, y es tan desmoralizador,viendo estas cosas,
que no sirva de nada, que no hayamos aprendido nada…
Por la noche vamos a ver un espectáculo de marionetas muy famoso que se
desarrolla en un medio acuático y representa imágenes tradicionales de la vida
rural vietnamita. Me encantó.
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Espectáculo de marionetas acuáticas |
Y las motos. No se si he dicho
ya que Saigón es la ciudad del mundo con más motos. Aquí la modalidad de cruce
es distinta. Te tiras, haciendo un acto de fe, y vas andando manteniendo en lo
posible una velocidad constante e intentando no hacer movimientos bruscos. Y
ellos te esquivan. Al menos eso dicen. Tiene su ciencia, tienes que ir mirando
constantemente hacia todos los lados porque los vehículos van en todas
direcciones. Y cuando digo en todas, digo en todas. Lo único que falta es que
caigan motos de cielo.
En general hemos comido
bastante bien en Saigón. Una noche nos perdimos por unas callejuelas y
encontramos un sitio enorme con montones de vietnamitas comiendo una especie de
berberechos grandotes y nos sentamos a probarlos. Estaban deliciosos. Como no
acertábamos a abrirlos, el camarero muy amablemente se sentó con nosotros y nos
enseñó como hacerlo.
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En la misma calle dónde comimos |
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Aquí os altarcitos no son nada bonitos |
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Hay por todas partes gente jugando |
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la imaginería católica pasada por la estética asiática es lo más |
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tropecientas clases de arroces |
Pero la gran mariscada de despedida nos la dimos en el
mercado de Ben Thanh. Ambientazo nocturno, baratísimo y encima la camarera te
pela las gambas. Increíble. A Dani eso le encantó. Nos pusimos las botas y
luego en el mercado me compré un Ao Dai, el traje típico vietnamita, que me
encanta. No ocupa mucho y no he podido resistirme.
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marisquería en el mercado central |
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La trona de bambú es donde llevan algunos a los bebés |
Desde el principio del viaje,
Pilar y yo estamos jugando un juego que hemos bautizado como “el juego del
minimalismo”. Pi tiene problemas para minimizar y este año se ha propuesto
mejorar. A mí se me da bastante bien y le comenté que tengo el truco de dejar
algo en cada hotel, y así lo estamos haciendo. Cada vez que abandonamos un
hotel nos preguntamos mutuamente qué hemos dejado. Al principio era más fácil,
pero con el tiempo se va complicando. Pero siempre hay algo superfluo. A veces
hacemos un poco de trampa, como dejar un bote de champú vacío, o el manual de instrucciones de la cámara, pero como es mi
juego y me lo he inventado yo, pongo las reglas que me da la gana, ea.
Hooola. Sí, sí los hay, lo digo por lo de los comentarios. Leo ávido éste dazi-bao,...uy lo que he dicho, pero publicitario,y el de hoy me ha encantado lo mire por donde lo mire.Aquí la mary leyendo la cartilla a los viet, surcando pedazo de ríos, el padre Ebro creo se quedaría a veces pequeñito con sus homólogos viet, el calor que relata la narración llega hasta la costa del sol y ya me hace sudar ya, que si las pelus y las pilindinguis, que si calles y más calles con "amotos", gente y mucha gente, y que si aquella horrible guerra como todas las guerras. Vaya, un pedazo de viaje. Bueno, también Mafalda odiaba las sopas, pero hay que hidratarse. Aquí amiga Zambra detrás de tu progenitora a ver si se estira un poco y le da un boquerón crudo; porque los gatos beben poco, no se como lo llevarán los gatos viet,esta gata no tomaría sopa, sería una gata antisopa. En BCN también se explota en los mercados el aliciente de cocinar lo que venden en el momento, aunque por estos lares nos estamos haciendo muy raritos y así nos va,así de regulin. Pues ¡ála¡ haber si encontrais una recachita de aire fresco hacia el norte que os la mereceis. Sabios y acertados comentarios de Dani, será porque es marinero y está hecho un brazo de mar. Saluditos también para Pilar-yoga y para Cris-sopaspuaf, jaja.
ResponderEliminarCris!! Ya tengo guasa.
ResponderEliminarCh.
Oleeeee
EliminarEs hermoso, me he quedado sorprendido de todo lo que se pierden las personas que se quedan en un solo lugar. Lo que mas me asombra es como los diferentes lugares traen consigo diferentes platillos y manjares.
ResponderEliminarMe gusta mucho tu juego del minimalismo. Yo soy de los que piensan que se debe viajar lo más ligero posible. Lo aprendí a la mala jejeje
Cuidate mucho por allá. Te sigo leyendo. ¡Ánimo!