viernes, 5 de diciembre de 2014

DE LA PAZ A CUZCO. MACHU PICHU





   Esta vez nada de autobùs nocturno. Diez horitas desde La Paz a Cuzco, que afrontamos como oficinistas disciplinados se enfrentan a su monòtona tarea diaria. Ya llevamos muchos kilòmetros de autobùs en el cuerpo y en las retinas ( yo alguno màs que Isa) y, a pesar de que nos ilusiona siempre enfrentarnos a un nuevo trayecto, hay que confesar que ya no es lo mismo que al principio. Ademàs, hemos dormido poco y estamos especialmente cansadas, asì que hasta nos cuesta mantener los ojos abiertos.

Frontera de Bolivia con Perù



   Llegamos a Cuzco sobre las ocho de la noche. Como siempre, nos asalta un enjambre de cazaturistas para ofrecernos la mejor opciòn (segùn ellos) como  alojamiento  en Cuzco. Nos decidimos por una señora, sin saber muy bien por què, probablemente por su insistencia. Tras un accidentado trayecto, con averìa de vehìculo  incluida y varias paradas en sitios infectos que no nos gustaron ni un poquillo, decidimos prescindir de los servicios de la señora, que era terriblemente pesada y penosa, y buscarnos la vida nosotras. Tuvimos suerte y encontramos un alojamiento en pleno centro, econòmico, limpio y con una habitaciòn enorme para las dos.



Cuzco




   A la mañana siguiente, ya repuestas de la paliza de autobùs, nos lanzamos a recorrer la ciudad. Yo, ignorante como siempre, no tenìa mucha idea de la importancia històrica de Cuzco, pensaba que era simplemente el paso obligado para ir a conocer Machu Pichu. Pero nada màs lejos de la realidad. supongo que cualquiera(menos yo) sabe de la importancia  de la ciudad y no hace falta màs que dar un pequeño paseo para darse cuenta. Pero prescindiendo de su importancia, a mì lo que me pareciò es una localidad encantadora, muy agradable de recorrer y con una plaza de armas fascinante. Al atardecer, nos apostàbamos en alguno de los incontables balconcitos que se asoman a la plaza, con un pisco sour o un chocolate calentito, segùn se terciase, a ver "pasar la plaza", como decìa aquel. A las dos nos recuerda a la famosa plaza de jamaa el fna de Marrakesh. Aunque en realidad sean tan distintas, ambas son igual de fascinantes. Si mirar plazas fascinantes desde una terraza fuera un deporte, yo habrìa al fin encontrado el mìo.










Con arco iris incluido


   Nuestra experiencia gastronòmica, sin embargo, no ha sido tan positiva. Nos decidimos por fin a ir a un sitio terriblemente turìstico pero que varios locales nos refirieron como bueno para degustar la gastronomìa andina. Yo, normalmente tan atrevida, decido ser conservadora en contra de mis costumbres, pero es que el ceviche es mi debilidad y en cuanto me lo mencionan, no puedo resistirme a tomarlo. Isa, valiente y curiosa, pregunta cual es la comida màs tìpica de Cuzco, y la mesera, sin dudar, le responde
-·"el cuy".
- Pues pòngame cuy.

   Bebemos, miramos el espectàculo, nos sentimos turista idiotas, en fin, lo normal en esta clase de sitios. Isa hace fotos compulsivamente. Como todo el tiempo. En otra ocasiòn hablarè de la opiniòn que me merece la gente que hace fotos compulsivamente. Pero no ahora, tengamos la comida en paz. Yo no las tengo todas conmigo con la comanda, no sè, un mal presentimiento. Y cuando nos sirven , todos mis presagios se confirman. ¿se acuerdan de que les prometì que tendrìamos otro encuentro con roedores andinos? Pues bien, he aquì que nos traen una bandeja con el famoso cuy, que no es otra cosa que una rata enorme, con sus patitas y pezuñitas, hasta con sus dientecitos, y con la pancita llena de hierbajos. Como imaginareis, se nos hizo la boca agua




Mira que yo como de todo, pero aquello es que no habia por donde hincarle el diente. Y vive dios que no nos dejamos amedrentar por su aspecto tan poco apetecible y lo intentamos. Nada, pellejo correoso y huesos. Mi ceviche, delicioso. Menos mal.

    Aquì tuve mi primer encuentro con la chicha peruana. La hay de varias clases, pero la que màs predicamento tiene es la chicha morada. Es una bebida con poco o nada de alcohol, elaborada a base de maìz morado. Despuès del pisco, o mejor dicho, en otro nivel, es la bebida nacional del Perù y los peruanos le tienen verdadera aficiòn. Yo, la verdad, no acabo de verle el atractivo, aparte de su color, que es mi favorito. Isa y yo nos preguntamos si de esta bebida vendrà la frase "ni chicha, ni limonà". Vete tù a saber.

   Aparte de disfrutar de la belleza de Cuzco y de probar las "delicias" de su gastronomìa, nos dedicamos a buscar la opciòn màs favorable para visitar Machu Pichu. Como se puede suponer, hay tropecientasmil agencias que te ofrecen sus servicios, y hay que elegir una. Una vez hecha la elecciòn, sòlo tienes que rezar y confiar en tu suerte, porque hay tal cantidad de posibilidades de que lo que estàs pagando no sea lo que te van a dar, que casi no merece la pena comerse demasiado el coco y dejarse llevar un poco por la intuiciòn. En  este caso, nosotras, una vez pagados los servicios, no encontramos que nos llaman a las pocas horas y nos dicen que donde dijeron digo, ahora dicen diego. Que tenìamos que haber hecho la reserva con màs tiempo y que no hay plazas. Nuestra reacciòn, se puede imaginar. Debimos ser bastante convincentes ( o bastante violentas, no recuerdo), pero el caso es que al final, y por el mismo precio que habìamos pagado en un principio, conseguimos plaza para el dìa siguiente en un tren mucho màs lujoso que el que habìamos pagado. Pura suerte.

   Tremendo madrugòn al dìa siguiente.  Autobùs hacia Ollantaytambo. Atravesamos el Valle Sagrado de los Incas, y la belleza de los paisajes nos quitan de un plumazo el sueño y el cansancio. Montañas enormes y serpenteando entre ellas, el rìo Urubamba, al princio tranquilo y apacible, y conforme vamos avanzando, bravo y salvaje. Ante nuestros ojos pasan fugaces restos de ruinas que nunca veremos. Es como renunciar a los entrantes para poder hartarnos luego del plato principal.

  En Ollaytambo descendemos y nos dirigimos a la estaciòn de tren. Hace frìo y tenemos que esperar un buen rato . Antes ha partido otro, pero cuendo llega el nuestro, vemos la diferencia y al  subir es cuando somos realmente conscientes de lo que hemos ganado. Lujoso, pero sin llegar a ostentoso. Còmodo y con un montòn de chicos y chicas uniformados que se deshacen por atendernos. Todo esto se saborea mucho màs cuando pensamos que hemos pagado por el otro, que es mucho màs austero.

    El tren hace el trayecto a una velocidad bastante lenta, que favorece que se disfruten aùn màs los paisajes y yo lo saboreo encantada porque el tren, como ya habrè dicho en màs de una  ocasiòn , es uno de mis medios de transporte favoritos.


Peru rail Vistadome. Un lujo de tren


   Uno de los mayores atractivos es que el vagòn tiene el techo lleno de ventanas que te permiten ir disfrutando del impresionante paisaje desde Ollaytambo a Aguascalientes, que es nuestro destino y donde tomaremos el bus para ir a la ciudadela. Estamos eufòricas y animadas. Vamos a visitar uno de los lugares màs enigmàticos y atractivos del mundo, y aunque confieso que nunca ha sido un destino con el que haya soñado, siempre que ves fotos de gente que ha estado allì, te dan ganas de verlo de cerca, aunque sòlo sea una vez en la vida.

   Cuando descendemos en Aguascalientes, la voràgine. Hasta ahora habìa ido todo bastante tranquilo pero en esta ciudad confluyen sin remedio todos los que van a visitar las ruinas y las calles estàn cuajadas de turistas y de ruido. Tenemos que esperar un ratito en cola para tomar el autobùs. El trayecto dura una media hora, por una carretera con curvas de infarto, tan estrecha que el autobùs que sube tiene que parar para dejar paso al que baja, unos precipicios vertiginosos y una leyenda negra que mejor no pensar. Y eso es justo lo que Isa y yo hacemos tàcitamente. Disfrutar del  paisaje , que es una autèntica pasada. Yo soy una escèptica, supongo que quien haya leìdo algo de lo anterior ya lo sabrà, pero estas montañas, aparte de su belleza o quizàs a causa de ellas, tienen algo de especial. Algo que te pone en sintonìa con la Madre Naturaleza y eso siempre es una sensaciòn emocionante. Creo que esa es la palabra: es un paisaje emocionante.





   Cuando descendemos sanas y salvas del autobùs, de nuevo la avalancha turìstica. Un guìa nos levarà por la ciudadela y luego tenemos bastante tiempo para disfrutarlas a nuestro aire. Cola para hacerse la foto de rigor con el Waina Pichu al fondo, colas para asomarse al mirador. Gente, gente, gente. Yo me siento màs fascinada por el paisaje y la sensaciòn que me producen las montañas que por lo que se supone que tendrìa que impresionarme, o sea, las enigmàticas ruinas de la ciudad sagrada de una civilizaciòn fascinante y desconocida. Pero es que es un tema muy manido, y yo le tengo un poco de manìa, todo hay que decirlo. Mi respuesta ante los centenares de conjeturas acerca de Machu Pichu siempre es la misma ¿y a mì que màs me da? No se, serà porque hay tanta gente especulando e investigando sobre ello, que siento que no hace falta que me preocupe yo. Ante estas cosas, mi natural curiosidad se inhibe y cuando me vi allì, me dediquè a disfrutar de la belleza del lugar y a intentar esquivar a los turistas. Alguna gente nos aconsejò dormir en Aguascalientes y salir antes de amanecer hacia Machu Pichu, bien caminando, bien en los primeros autobuses, pero aparte de que no nos seducìa mucho el madrugòn, otros chicos que conocimos en Cuzco no  aseguraron que, aunque ver amanecer en el camino es una maravilla, la cantidad de gente que lo hace incluso a esas horas, es tambièn considerable. Otros muchos nos hablaban del camino del Inca, que es una ruta a pie de unos cuatro o cinco dìas y que se supone que es el camino pòr el que los incas accedìan a la ciudad. Muchos nos miraban con desprecio cuando les respondìamos que ni siquiera habìamos contemplado esa posibilidad.Yo respeto a todo el mundo, pero sinceramente no acabo de verle el chiste a estar cuatro o cinco dìas subiendo y bajando montañas a miles de metros de altitud, congelada, durmiendo en el suelo y sin poder ducharme. Y encima, sale caro. Pero ahora lo que se lleva es eso y luego contarlo poniendo los ojos en blanco y diciendo que vienes cambiada y tal. Para gustos los colores.

   Aparte de todo, la visita a Machu Pichu es realmente interesante y recomendable sin bagajes. Cuando volvemos a Aguascaliente, aùn tenemos tiempo de visitar una feria de comida tìpica peruana donde probamos algunos platos muy ricos. El viaje de vuelta en el tren lo hacemos ya de noche, con lo que pierde uno de sus mayores atractivos. Las paredes y techos de cristal dejan de tener sentido, pero a cambio nos sirvieron una cena realmente deliciosa, todo con mucho lujo y boato. Nosotras, encantadas, claro. Despuès de la cena, los chicos que atienden a los pasajeros hicieron un espectàculo de bailes andinos y para terminar un pase de modelos con prendas elaboradas en lana de alpaca con unos diseños preciosos. Me hubiera encantado comprarme uno, pero los precios eran prohibitivos. La ùltima parte del trayecto, fritas y echas polvo, claro. Ha sido un dìa muy intenso.
Emocionante










   Nuestro pròximo destino es Lima.No tengo pensado nada para despuès, no tengo muy claro que voy a hacer.

   Los màs de mil kilòmetros que nos separan de la capital nos hacen plantearnos si no serìa interesante hacerlos en aviòn en lugar de en autobùs, y cuando vemos que la diferencia de precio es ìnfima, la decisiòn està tomada.

   Otro de los atractivos de Cuzco es su ambiente nocturno. Es el destino obligado de la gente joven con posibles para pasar la nochevieja y hay inumerables locales donde beber y bailar. Supongo que haràn màs cosas, pero yo ya no me acuerdo. Parece que esto es asì durante todo el año, pero la temporada fuerte es la nochevieja y fechas cercanas. Es bastante significativo que Isa y yo nos vayamos sin haber conocido esta faceta de la ciudad. A pesar de eso, lo hemos pasado fenomenal. Aquì, en la capital de lo que fuera el imperio inca, es quizàs donde màs comentarios adversos contra los españoles hemos escuchado, pero hay que decir que con tanto tacto y tanta gracia que no ha resultado incòmodo. Por ejemplo, en un city tour que hicimos un dìa con una guìa local, al señalar un templo inca decìa "esto lo hicieron los Incas", y aquello (señalando algùn templo español construido con material expoliado de alguna ruina) los "incapaces". Sòlo se conserva un 20% de las ruinas. Algunos dicen que porque los españoles arrasaron con todo. Sin desmerecer las barbaridades que se llevaron a cabo, digo yo que en este caso los terremotos tambièn habràn tenido algo que ver. Tambièn recuerdo un indio que vendìa artesanìa en un mirador sobre la ciudad donde habìa tres cruces y ante mi negativa a comprar, me regalò una flor preciosa hecha con alambre. Me hizo sentirme un poco mal, como aquella niña, parece que han pasado mil años, que me regalò un animalito en Camboya tras mi negativa a compràrselo. Bueno, aquello fue bastante peor









 



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