jueves, 18 de diciembre de 2014

LIMA.PARTE I. CUANDO FUI TURISTA





Lima. Còmo juega a veces el destino con nosotros. Cuando crees que has tomado las riendas de tu vida y que desde ahora en adelante vas a ser tù la que decidas cada paso, va el duendecillo travieso de turno y decide pasàrselo en grande rièndose un poco de tu ingenuidad.

   Lima no era una ciudad que despertara especialmente mis simpatìas. No tenìa muy buenas referencias y no me gustan demasiado las grandes ciudades, pero, como es lògico, tenìamos que dedicarle unos dìas a visitarla, aprovechando que el aviòn de vuelta de Isa partìa de allì.

   La Lima que nos encontramos al llegar, no tiene nada que ver con la idea que yo me habìa hecho de la capital del Perù. Quizà en mi subconsciente perduraban las imàgenes que describìa una amiga cuando estuvo allì hace bastantes años para adoptar una niña, o quizàs alguien me habìa contado alguna historia truculenta relacionada con la ciudad. No lo sè, pero lo cierto es que nos encontramos una ciudad increìble, moderna, segura, con una oferta cultural y gastronòmica que harìa palidecer de envidia a alguna que otra capital europea. Quizàs fue la sorpresa, al menos por mi parte, porque Isa iba màs informada que yo, pero fue un amor a primera vista. Y eso que , a pesar de todo, los mimbres con que Lima teje sus cestos no son precisamente los que yo màs valoro en una ciudad.


La Rosa Naùtica. No sè cuàntas veces fotografiè este restaurante cuando fui turista.
Tantas como lo frecuente despuès, quizàs, como "emigrante"


   Vale, tiene mar. Ese es un argumento de peso a la hora de valorar una ciudad, pero el mar de Lima...ay. Vistas desde lejos, sus playas ya son poco prometedoras, pero si te armas de valor y te decides a darte un baño, la temperatura de sus aguas y las eventuales alarmas por contaminaciòn que periòdicamente prohiben el baño, hacen que deje de parecerte una buena idea antes siquiera de intentarlo. El agua que corre por los grifos tampoco es una maravilla. Aunque me habìan advertido de no beberla, yo, que bebo mucha agua a diario y detesto acarrear garrafas, la hervìa y santas pascuas. Caì en la cuenta de mi error cuando alguien me vio hacerlo y me dijo que la contaminaciòn viene porque tiene metales pesados, con lo que hervirla era, ademàs de inùtil, una estupidez.

   Y para què hablar del clima. A pesar de que llegamos cuando la primavera empezaba a instalarse en la ciudad, el sol no se dignò a hacer acto de presencia en ningùn momento. Una monòtona y sempiterna capa gris plomizo cubre inexorablemente el cielo limeño. Los primeros dìas, mediado octubre, hizo bastante frìo, aunque sin exagerar. Luego la temperatura se templò, pero el sol no nos brindò ni un tìmido rayito. Yo, que siempre digo que funciono con energìa solar, no pensaba que pudiera acostumbrarme a vivir allà ni de broma. Pero el duendecillo travieso andaba haciendo de las suyas..

   De nuevo fuìmos afortunadas con el alojamiento. El Pucllana Lodge, en Miraflores, por la zona de dos de mayo, fue nuestro refugio mientras fuimos turistas en Lima. Màs adelante, cuando dejè de ser turista, Santiago y Cecilia se convirtieron en amigos, confidentes y uno de mis mejores apoyos entre mis contactos limeños. Pero  esa es otra historia.

   Lima no fue recatada a la hora de intentar seducirnos. Muy al contrario, desde el primer momento se esforzò por desplegar todas sus gracias y atractivos para atraparnos en sus redes y hacernos incondicionales, mientras intentaba esconder, coqueta, sus numerosas imperfecciones y defectos. Nuestro primer dìa decidimos recorrer el distrito centro de Lima, que quizàs al caer el sol no sea una zona del todo recomendable, pero es un sitio maravilloso para pasar una mañana de domingo.

Los balcones de madera del centro de Lima son una autèntica maravilla.


   No nos faltò de nada; pasacalles espectaculares, rondallas que parecìan sacadas del mismìsimo barrio de la viña gaditano, la inevitable feria gastronòmica, bodas y hasta dos procesiones. Lima sacò su artillerìa pesada para hacernos pasar un domingo divertido y variado. Y nosotras nos aprovechamos y disfrutamos de lo lindo.


Boda limeña


Teatro Colòn

Plaza Mayor

Balcones en la plaza Mayor
Edificio de la municipalidad (ayuntamiento)

catacumbas de la Iglesia de San Francisco

Otra imagen de la Plaza Mayor



El Jiròn de la Uniòn. Una de las calles màs comerciales y animadas del centro de Lima.
A nosotras nos recordò a la Calle La Bola de Ronda




Pasacalles

Los hermanos Peperoni de Lima. Igualitos que los gaditanos de Manolito Santander.
Bueno, en Càdiz tienen màs arte

Una de las procesiones que nos encontramos ese dìa

   Y al dìa siguiente, los acantilados de la costa verde, el encanto bohemio y decadente de Barranco, los gatos del parque Kenedy...(bueno, esto ùltimo digamos que me gustò màs a mì que a Isa). A pesar de que todo està envuelto en una neblina espesa, nos atrapa Lima.






Acantilados de la Costa Verde

En Barranco, con Chabuca Granda

Barranco

El puente de los suspiros

Subiendo al Cerro de San Cristóbal. 

   Isa se va y yo...yo estoy cansada. Por una parte, me apetece atravesar Ecuador y llegar hasta Colombia. Llevo deseando casi desde antes de salir conocer ese paìs. Pero por otra, estoy cansada. Este ùltimo mes en que he vuelto al tempo del turismo, y , sobre todo, la operaciòn de mi madre vivida desde la distancia, que a pesar de no revestir demasiada gravedad, me ha hecho replantearme algunas cosas. Todo se me ha juntado un poco, aùn no lo tengo claro, pero estoy considerando quedarme un tiempo en Lima. Buscar un trabajillo de supervivencia y pensar durante unos meses en lo que quiero hacer. Cuando lo comento con Isa, se sorprende, aunque no le parece un mal sitio para mì. Hay mar, hay sitios donde caminar y parece adecuado para pasar unos meses.

   Despuès de nuestras largas jornadas recorriendo la ciudad, solemos sentarnos en una placita tranquila y recoleta que està abajo del hostel. Mientras Isa se fuma un ùltimo cigarrillo antes de subir, observamos a los vecinos, a las mucamas paseando los perritos de los señores,las idas y venidas de los habitantes de este barrio tranquilo y charlamos sobre el pasado, y sobre el futuro. Nos imaginamos como serà mi vida aquì, còmo emplearè mi tiempo, si encontrarè un trabajo. Isa me hace un montòn de recomendaciones razonables, en plan hermana mayor.Yo me imagino dando largos paseos por los acantilados, trabajando (aùn no sè en què), estudiando (aùn no sè què) y llevando una vida austera, metòdica y ordenada.

   Imagino que el duendecillo bromista debìa estar agazapado, escuchando detràs de un àrbol, tronchàndose de risa.

 

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