Las 11 horas de autobús hasta
Biron Bai se me pasan sin sentir. Aunque lucho contra el sueño, porque no
quiero perderme nada, reconozco que me quedé “traspuesta” durante unas horas.
No deja de admirarme que el autobús saliera i llegara a su hora en punto.
Ayer crucé por el mismo paso de peatones
tres veces, sólo para ver como los coches se paraban. Creo que he pasado
demasiado tiempo en Asia.
Aunque la maior parte del tiempo
viajamos por una autovía, hai tramos en los que el paisaje i los pueblecitos
son mui bonitos. Como de peli americana, con esas casitas tan monas de madera, rodeadas de praderas de césped escrupulosamente cortado,
que a mi me parecen de juguete, como si tuvieran algo de irreal, algo falso.
Supongo que será por haberlas visto en tantas películas.
El viaje se me hace también
mucho más ameno porque paso buena parte de él charlando con una chica francesa, Audri,
de Toulousse, que ha estado en Sidnei haciendo unas prácticas de trabajo i
ahora, antes de volverse a su tierra, va a hacer surf a un pueblecito cerca de
Biron Bai. Qué gusto poder entenderse con alguien. El conductor del autobús es un chico joven i bastante guapo, i de cuando en cuando suelta unas parrafadas
creo que explicando datos de cada sitio donde vamos parando. Estoi harta de no
enterarme de nada. Es mui simpático i cada vez que paramos me repite despacito
lo que ha dicho. Menos mal.
Llegamos a Biron Bai a las 6.
Detesto llegar a los sitios cuando ia es de noche. Está todo completamente a
oscuras, i la ciudad tiene un aspecto un poco fantasmagórico, para nada es lo
que esperaba. Está lloviznando i me cuesta un poco encontrar el albergue.
Es mui difícil, al menos para
mí, orientarme en la oscuridad en un sitio que no conozco de día, así que esa
noche, tras un rato de vagabundear a oscuras buscando los sitios dónde me
habían dicho que había música en directo, desisto i me conformo con comprar
algo de cenar en el súper. Que por cierto, se llama Woolworth,como uno que
había cuando io era pequeña en una bocacalle de calle Nueva, creo que donde
ahora está Zara(el vorvo, dicho por los malagueños) . No sé si tendrá algo que ver, aquí hai un montón.
Afortunadamente, el día
siguiente amanece soleado. Parece que esto va a días alternos: un día lluvia, un
día sol.
Biron Bai es un reducto de
antiguos hippies, dónde todo el mundo está loco por el surf o por el ioga i los productos
“orgánicos”, que vienen a ser lo mismo que en España llaman “biológicos”. Tiene una plaia alucinante alrededor de la que gira toda la vida
del pueblo. I un faro, en lo alto de una loma, que ejerce un poco de emblema de
la ciudad. Aunque hace bastante frío, luce el sol i hace un día precioso, así
que me decido a hacer la ascensión al faro. Estoi dispuesta a ver las ballenas
jorobadas, que parece ser que pasan por aquí en esta época. Aunque no consigo
ver ninguna, los acantilados i las vistas ia merecen la pena. Lo que sí veo son
muchos delfines. El faro se puede visitar (i gratis) pero con el día que hace no me apetece meterme en un sitio cerrado i no quiero perderme ni un raiito de
sol.
Asciendo por la parte de la
montaña i desciendo por la plaia. Es un placer caminar por la arena, parece
diseñada específicamente para eso. Da mucho gustito caminar por ella. Voi a ver la puesta de sol a un sitio donde
se reune la gente para tocar los tambores, bailar, tocar la flauta…i fumar
porros, claro.
Cuando anochece voi a un pub
donde tienen música en directo, pero está a la intemperie i no puedo soportar el frío.
Me voi antes de que empiece la música.
Me paso el primer día en Biron Bai confraternizando con hippies trasnochados con ganas de charla, i el segundo,
intentando quitarmelos de encima. Uno es particularmente simpático i del género que io denomino PIAD
(perseverante inasequible al desaliento). Se llama Simon i se ha empeñado en que nos vaiamos
juntos a Katmandú. Incluso viene al día siguiente a despedirme en el autobús
aque me lleva a Brisbane.
Con el conductor de este
traiecto no entro con mui buen pie. No le entiendo lo que me dice, como es habitual, pero este no tiene la paciencia de los demás, o no tiene un buen día,
vete tú a saber. Esta vez son sólo tres horas.
El albergue es esta vez mixto i
de ocho camas.No me gusta demasiado el ambiente. La cocina es mui desangelada i
no está mui limpia. Como
sólo voi a estar un día en Brisbane, en cuanto llego le pregunto a la chica de
recepción que puedo hacer en tan poco tiempo en la ciudad i me da un mapa i
unas indicaciones. Hace sol i buena temperatura, aunque io no me despego de mi
chupa de thinsulate, por si acaso.
Me gusta Brisbane, pero
comparado con Sidnei… me temo que ahora voi a comparar todas las ciudades con Sidnei i es un listón mui alto. I Brisbane, además, tiene una pega importante: no
tiene plaia. Bueno, tiene una artificial, pero da un poco de grima, aunque es mui bonita. Del tipo de las que ponen en verano en París.
Primero visito el Botanical
Garden que me gusta un montón. Luego voi a South Bank que es una zona mui chula también, parecida al darling harbour de Sidnei (ia estamos otra vez con las
comparaciones). Me meto en una chocolatería que tiene mucho ambientillo i me
zampo un pote de chocolate calentito que me sabe a gloria. Cuando cae la noche,
sale una luna gordota preciosa.
Al día siguiente, como el
autobús no sale hasta las 12, me levanto mui temprano dispuesta a ir a un monte
desde donde se tienen unas vistas impresionantes de la ciudad, pero justo en la
calle de donde sale mi autobús, ha habido un accidente mui gordo, i tienen todo
el tráfico cortado. La policía después de preguntarnos si hemos sido testigos
del accidente, no indica que tenemos que coger el autobús en otra calle. Io no
me entero mui bien de dónde hai que ir pero sigo discretamente a una anciana
que me había dicho que tenía que tomar el mismo bus que io. Después de estar
casi media hora esperando, me niego a perder toda la mañana en una parada de
autobús i cambio de destino. Me voi a un parque enorme que hai en la calle
Roma. Es una verdadera pasada.
Traiecto sin incidentes. Un
paisaje de postal tras otro. Un pueblecito perfecto tras otro bajo un cielo de un azul perfecto. Tan perfecto
todo que parece que vaia a caer un micrófono desde el cielo de un momento a
otro, como en “el show de Truman”.
Sin embargo, hai una cosa que no deja de
admirarme de este país, i es que con lo controlado que lo tienen todo, se les
vaia de las manos el tema de la obesidad. Es increíble la cantidad de gente
obesa que hai. Sobre todo mujeres. No sé como pueden engordar con lo cara que vale aquí
la comida¡ De todas formas, me encanta
Australia. Aquí, al contrario que en Asia, están incluso un poquillo
obsesionados con el reciclaje, preservar la naturaleza i estas cosas. I la
verdad es que tienen sus razones, porque es un país lleno de lugares increíbles i
sería una pena que se echaran a perder. Están especialmente obsesionados con
que ningún agente foráneo venga a contaminarles. I, por otra parte, cómo no te va a gustar un país que tiene sitios que se llaman Wagga-Wagga o Cooloomooloo.
En Herbei Bai, que es otro
pueblecito perfecto, el autobús me deja en un centro comercial i desde allí
viene a recogerme una furgoneta para dejarme en la guest house. Llego ia de
noche así que no puedo ver mucho, aunque parece bastante bonito. Como he
perdido todos los papeles con las reservas(qué desastre soi), el señor que
hai en recepción me deja entrar gratis en Internet media hora para volver a
imprimirlos. Este truco me resulta mui útil de ahora en adelante para sacar un rato de conexión gratis. Llego al albergue que corresponda, hago como que busco desesperadamente el papel de la reserva, pongo cara de pena, i me dan media hora de conexión gratis. Jejeee. Me siento malvada, pero es una cuestión de supervivencia. Aquí te cobran una pasta por absolutamente todo.
Hace mucho frío . Dejo las
cosas en la habitación i me voi a prepararme algo de cenar. En la cocina
conozco a un chico colombiano, Juan, mui majete, que está viajando con otro
chico japonés. Cenamos juntos e incluso me prepara un tupper con comida para el
día siguiente. Por cierto, que se maarca un guisadillo que se me saltan las lágrimas cuando lo pruebo. Es piloto de avianca i me asegura que me va a encantar
Colombia (eso ia lo sé), que tengo que ir a Santa Marta, a Barranquilla i a Cartagena. Pues vale
Al día siguiente vienen a buscarme
mui temprano para ir a un tour de dos días a Fraser Island. Vamos un grupo de
unas doce persona i el guía. Lo más espectacular de la isla es
su plaia de arena interminable. Es una auténtica pasada. I aquí sí que por fin veo ballenas. I tiburones. I dingos. Los dingos la verdad es que de
apariencia no son mui espectaculares, io no alcanzo a ver mucha diferencia con
un perro cualquiera (me recuerdan un montón a Atila), pero no hai que olvidar que son animales salvajes i que
parece que tienen bastante mala baba cuando se ponen agresivos. Está todo lleno
de carteles advirtiendo que no se dejen sólos a los niños.
A mí las dunas i las plaias me
recuerdan un poco a Doñana, salvando las distancias, claro. Pero aquí, en vez de linces, hai dingos
Mira que me gusta a mí una duna, oie. Creo que gusta tanto mirarlas como mirar el mar.
Ver la ballenas a lo
lejos es mui bonito, pero nada que ver con un avistamiento desde un barco, donde
puedes oírlas cuando exhalan. Es una pena que no entienda una palabra de las explicaciones del guía, estoi segura que son mui interesantes
En el grupo hai una pareja
maior de australianos con la que, por cuestiones de edad, ia que el resto del grupo es bastante joven, paso bastante rato. Me cuentan que son profesores de piano. A mí me parece fascinante, claro. Les comento que siempre me ha parecido que tiene que ser maravilloso poder interpretar música con tu pareja, pero ellos se ríen i me vienen a decir más o menos que "en casa del hererro.." Hai también
un chico alemán que habla bastante bien español, porque estuvo dos años
viviendo en Argentina i al que le pido que me traduzca alguna cosa de vez en cuando.
Al día siguiente, desiuno con
dos chicos coreanos que están en Australia durante un año trabajando en
granjas. Me aseguran que es un trabajo mui duro. Además, como el dueño de la
granja donde están ahora es coreano, i hai muchos coreanos trabajando, no están
avanzando nada con el inglés. Io estuve mirando lo del woolfing, para trabajar
en granjas, pero la verdad, no me vi. Había gente que contaba cada historia..
De vuelta a Hervei Bai, mientras sale mi bus hacia Airlie Beach, se impone hacer la colada. No tengro prácticamente ningura ropa limpia.4 $ dólares la lavadora, 2 el detergente, otros 2 diez miserables minutos de secadora. I pensar qjue en Asia me dejaban todo impecable por uno o dos euros... Pero con lo que alucino es con que en el albergue, además de no estar el desaiuno includo, no hai dónde desaiunar ni pagando. Tengo que pasearme por todo el pueblo con una pinta absolutamente lamentable, vistiendo los cuatro trapos que me quedaban limpios. Menos mal que no me conoce nadie.Tengo buen cuidado de entregar la llave de la habitación antes de las diez, porque les veo capaces de cobrarme un día entero si me retraso, por el plan que estoi viendo.
Me encuentro a Juan i Cohe, el
colombiano i el japonés, que aún no se han ido para Brisbane.Me confirma que a
ellos les han cobrado un día más por retrasarse unos minutos, 50 dólares. Juan
está que se sube por las paredes. Suelta unas retahilas interminables i mui graciosas de insultos i maldiciones al estilo colombiano. Me muero de risa con las cosas que le dice a la señora de
la recepción.
El viaje hasta Airlie Berach se me hace mui largo i
aburrido. Hace muchas paradas i a mí, además, no me gusta viajar de noche.
Prefiero ir mirando el paisaje, aunque también hai que considerar que me ahorro
una noche de alojamiento.
Llegamos a las 7. La estación
está a unos 10 minutos a pie del pueblo, pero es curioso cuando caminas sin
saber exactamente a dónde vas, se hace todo mucho más largo.
El recepcionista del albergue
es del tipo "extraordinariamente agradable", lo cual es mui de agradecer. Cuando encuentro alguien así siento una especie de alivio, porque me facilita un montón las cosas.
Me recomienda que vaia al mercadillo de los sábados. El ambiente es mui
de sábado por la mañana, está al lado del mar i los puesto son la maioría de
gente del pueblo o de las inmediaciones que vende mermeladas caseras,
artesanía, ropa de segunda mano. Muchos chiquillos rubios correteando felices
por aquí i por allá. I el mar.Hoi si que hace una día espléndido, i una temperatura perfecta para mí.
Hai una laguna artificial mui bonita justo al lado de la plaia. Estaba
preguntándome porqué hacer una laguna artificial teniendo plaia, cuando he
encontrado la respuesta. Hai un cartel que te indica que merodean por allí unas medusas mui monas i encantadoras i lo que tienes que hacer(si te da tiempo) en caso de que te piquen. Uff. Menos mal que he visto el cartel antes de darme un
baño. Me tumbo en el cesped que rodea la laguna, observando la fauna
local. La maioría son turistas, pero también hai locales en las zonas de
barbacoas. Es sábado i el tiempo es el propicio para este tipo de reuniones. Me
entra mucha nostalgia de pasar un día de campo o de plaia con mis amigos.
A ratos me dan ataques de cariño por alguien. Me acuerdo de repente de un amigo, de
un compañero o de quien sea i me pongo a pensar “hai que ver lo que quiero io a
tal o cual, lo que hemos pasado juntos, la de tiempo que hace que nos conocemos…” i
así. Será el mono de whatsapp??
Después de comer, me voi a localizar el sitio desde dónde sale mi barquito al día siguiente, i me paso toda la tarde hasta que anochece merodeando por el puerto. Es curioso ver como en los puertos de todo el mundo (al menos en los que io conozco) se desarrolla una especie de "sociedad" paralela, que es mui parecida en todas partes. La "vida de puerto", como io la llamo, con sus personajes, sus leiendas, sus historias. Me encanta. sobre todo porque io siempre lo veo desde fuera, como simple observadora, sin implicarame pero tomando parte indirectamente. sé que no tiene nada que ver, pero con los hospitales, curiosamente, ocurre algo parecido. Cuando tienes pasar algún tiempo seguido en un hospital, te das cuenta que se crean también formas de vida paralelas a las de la vida normal. Se establecen nuevas rutinas, nuevas relaciones, te inmiscuies un poco en la "microciudad" de cada hospital.
Te superas con cada entrada!!!. Tu sabes que siempre me ha atraido este continente y ahora con tu relato mas. Y he recordado aquellas meriendas de niña en VOLVO jajajaja..un besazo.
ResponderEliminari.n.a.
jajaaaa ¿te acuerdas del volvo? Pues en cuanto a Australia, fíjate que a mí nunca se me había ocurrido venir por aquí, la verdad es que ni siquiera me lo había planteado nunca. Pero aquí estoi. Alucinando
EliminarHola, que me he enganchado con tu blog. Te escribo desde México, seguirpe tu travesía. Buena suerte
ResponderEliminarCarlos Jiménez
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Carlos¡,
ResponderEliminarme encanta que me sigan desde allá, me da ánimos para seguir escribiendo i me hace mucha ilusión.
Un abrazo
Pues te seguiré leyendo y siguiendo tus periplos!! :D
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