Tengo que reconocer que no
me llevó a la Isla de Pascua ni su supuesta calidad de ombligo del
mundo, ni su fuerza magnética, ni siquiera la belleza de sus moais.
Lo que realmente me llevó a hacer una escala allí es, simplemente,
que detesto los vuelos largos, y la isla estaba ahí, un punto en el océano entre Papeete y Santigo. A pesar de todo, es evidente que ya que
estaba iba a echar un vistazo y conocer todo lo que pudiera, no se
tiene una oportunidad así muchas veces en la vida...
La
belleza agreste de la isla no me ha decepcionado en absoluto, la
supuesta fuerza magnética que emana, y ante la que yo suelo ser tan
escéptica, me ha sorprendido e incluso, me ha hecho recapacitar
sobre muchas cosas, quizás muchos prejuicios. Sin embargo, la
actitud de la la mayoría de sus habitantes nativos no me ha
gustado. Y
no me ha gustado su carácter, huraño y altivo. La percepción que he tenido de su actitud hacia los turistas podría ser :"no me gustas, no me gusta que estés aquí, pero quiero tu dinero". Dicho así quizás suena un poco crudo, pero ya he dicho que es mi percepción. Y lo peor, el ya
mencionado discursito de la “pureza de sangre”, que reconozco que
no puedo soportar. En fin.
Sobrevolar los Andes nevados a la hora de la puesta de sol fue uno de esos regalos que te
hace la vida y la naturaleza que, por inesperado, valoré aún más.
Quizás si hubiera ido preparada, o esperándolo, o alguien me
hubiera puesto sobre aviso, no lo hubiera disfrutado tantísimo. El
espectáculo es de una belleza tan dramática, con el extra de una enoorme luna llena, que no te puedes creer que pueda ser cierto.
Una pena que la foto sea tan mala. Pero algo es algo |
Fue sin duda un
recibimiento difícil de igualar el que me ofreció Chile. Esto es
entrar con buen pie.
Tras sortear el casi
inevitable intento de timo en el transfer del aeropuerto, que incluso
a estas alturas me costó trabajo esquivarlo , Santiago de noche desluce un poco la
puesta en escena del crepúsculo andino. En su defensa, hay que
decir que el listón estaba muy alto y que a mí siempre me pasa lo
mismo con las grandes capitales.
Esta vez, de todas
formas, y después de casi un mes de poblaciones minúsculas y escasa
civilización, la vida en ebullición de Santiago me produce
admiración e incluso me agrada, a pesar de la consabida
contaminación, el tráfico espantoso y demás contraprestaciones que
van incluidas en el “kit de gran ciudad”.
Tengo ganas de volver a
ver a Karen, la chica que conocí en la Isla de Pascua, y a su madre.
Me parecieron encantadoras y superdivertidas y tengo la esperanza de
pasar muy buenos ratos con ellas en esta ciudad. Y, sobre todo, tengo
muchísimas ganas de encontrarme con mi amiga Isa, que llegará a
Santiago en un par de días.
Me
encanta mi hostel. Está situado en pleno centro, justo al lado del
patio de bellavista, un lugar donde habitualmente se organizan
conciertos, actividades culturales y hay un poco de todo. La
decoración es muy moderna y tiene una azotea preparada para hacer
barbacoas, con zonas con sofás y mesas, desde la que se divisa una
panorámica espléndida de la ciudad. Como hace un poco de frío,
aunque no demasiado, suele estar bastante tranquila. Y a mí me
encanta.
Y me
encanta también el desayuno. La cocina es una pasada de bonita, con
unos inmensos ventanales que la inundan de luz a la hora de
desayunar. El desayuno en sí también es excelente.
Pero lo mejor es Clarita, una señora de unos cuarenta y
cinco años, perfectamente uniformada con uno de esos uniformes
negros con inmaculado delantal blanco. No le falta ni la cofia.
Clarita no sólo nos sirve el desayuno y nos regaña si intentamos
hacerlo nosotros. Además, asume la responsabilidad de madre de esta
variopinta familia que formamos los huéspedes, ocupándose de que
nos
terminemos
los huevos, nos tomemos el zumo, y guardemos la compostura en la
mesa. La he visto regañar a un brasileño que según ella no comió
la cantidad suficiente de tostadas, e incluso dar un cogotazo
a un coreano que usó indebidamente el cuchillo.
Como podréis imaginar,
yo me divierto tremendamente con estas situaciones y he intimado con
ella todo lo posible mientras me he alojado allí. Me cuenta cosas de sus hijos, de su
enamorado...está empeñada en que vaya con ella a bailar al sitio
donde le conoció, para que encuentre yo también un “enamorado”.
Hasta
la llegada de Isa, me dedico a husmear un poco por los alrededores y
a informarme sobre la ciudad. Como yo estaba demasiado ocupada
escribiendo sobre sitios ya visitados, visitando sitios nuevos y
preparando el siguiente destino (dar la vuelta al mundo es un trabajo
agotador, como convino conmigo Isabelle, la francesa con la que
coincidí en Auckland) Isa ha sido la encargada de informarse sobre
Chile y Perú, así que yo he llegado sin saber prácticamente nada
sobre la ciudad y sobre el país.
Isa en la azotea del hostel |
Santiago
no es una ciudad bonita, pero como contrapartida tiene mucha vida y
animación. Como prefiero
descubrirla con Isa, este par de días hasta que ella llegue, los
dedico a leer, escribir, descansar y charlar con Clarita, que es muy
divertida. Me encanta ver su actitud risueña y optimista de la vida
a pesar de las circunstancias bastantes adversas de la suya. Cada día
admiro más ese tipo
de personas y aguanto menos a los que, teniendo de todo, andan todo
el día rezongando y quejándose sin saber disfrutar y apreciar lo
que tienen.
El hostel está lleno de
brasileños, muchos de ellos han venido a esquiar en “la
cordillera”, y me sorprende constatar que la mayoría de ellos no
responden a la imagen que uno se hace de los brasileños, ni en
cuanto a físico ni en cuanto a carácter. La verdad es que Brasil es
un país enorme y tremendamente diverso . Así que supongo que
comparar un brasileño de Río con uno de Brasilia es como comparar
un portugués con un danés, por ejemplo. Estos que hay en el hotel
son de Brasilia.
Por estas fechas, se va acercando el cuarenta aniversario del golpe de Estado y del bombaradeo de La Moneda, y como tengo televisión, constato que las heridas del pasado político reciente siguen abiertas en Chile. Y es que hacen falta muchas generaciones para olvidar . Es casi imposible mantener una conversación con un chileno sin que salga a relucir, por una causa o por otra. Las cifras escalofriantes de desaparecidos, torturados, asesinados, hacen que prácticamente todo el mundo tenga algo cercano que contar.
El reencuentro con Isa es
emocionante. Las dos tenemos muchísimas ganas de vernos y contarnos
todo lo que hemos hecho durante estos meses. A pesar de todo, cuando
la veo aparecer con un maletón que le llega por las cejas y tiene
pinta de pesar tres veces lo que pesa ella, me dan ganas de
estrangularla.
Por otra
parte, ella viene con todas sus energías viajeras por estrenar y con
sólo un mes por delante, mientra que yo llevo meses dando tumbos por
el mundo y tengo que reconocer que estoy un poco cansada.
Por uno de esos
misterios de la amistad femenina, y que los hombres nunca, jamás,
podrán entender, conseguimos ponernos al día de todas nuestras
novedades y de las de la mayoría de nuestras amigas comunes en unas
cuantas horas durante las que hablamos las dos a la vez sin ton ni
son,nos enseñamos fotos, bebemos, comemos, fumamos (Isa) y nos
hartamos de reir.
En el patio de Bellavista |
La pongo verde por lo de
la maleta y por no querer cambiar la hora española de su reloj. Y
vuelvo a tener ganas de estrangularla cuando me dice que toda la
información sobre Chile y Perú que llevaba meses buscando en internet y que había encuadernado cuidadosamente, se había quedado“cuidadosamente”, en un cuarto de baño de Barajas.
Así que nos encontramos
sin absolutamente ninguna información sobre ambos países, porque yo
había delegado completamente el asunto. Karen, la chica Santiaguina
que conocí en Hanga Roa ha venido en nuestra ayuda y nos ha dado una
ruta bastante interesante por el país. Y por supuesto, nos ha
servido de cicerone local. Se ha tomado como tarea personal mejorar
mi imagen, pobrecilla. Le encantan los trapitos y las tiendas y ha
conseguido incluso que me compre algo de ropa nueva y que vaya a la
pelu. Otra afición que tiene, bastante más acorde con las mías, es
comer bien, así que nos pasea por varios sitios muy recomendables y
nos aconseja otros tantos.
La
visita
al cerro de San Cristóbal nos resultó un poco decepcionante, sobre
todo porque la polución no deja ver casi nada de las vistas
maravillosas que podrían disfrutarse desde la cima.
Se
accede por un tren de cremallera y
luego se completa la ascensión a pie. Me sorprende encontrar una
iglesia en cuya puerta hay plantado un vástago del árbol de
Guernika y una especie de monumento
conmemorativo al país vasco.
Subida al Cerro de San Critóbal |
En la
cima reina la animación local. Mucha gente sube a pie o en
bicicleta, en plan romería y hay puestecillos que venden artesanías
para los turistas y comida y bebida. Hay algo que parece
especialmente típico,le
llaman “mote con huesillo”,
y
consiste en un melocotón en almíbar, sumergido en un líquido y te
lo ponen en un vaso con unas bolitas en el fondo, que luego nos
explican que es un tipo de maíz. Decidimos probarlo. Está
extremadamente dulce, pero muy fresquito y apetece después de la
ascensión.
La cima del cerro de San Critóbal |
Isa y el típico "mote con huesillo" |
Como
está al lado de donde nos alojamos, disfrutamos mucho del patio de
Bellavista, una especie de recinto donde cabe tanto encontrarte con
un concierto de jazz, como tiendas de artesanía, comidas de diversas
índoles y mucha, mucha animación. La zona en general está muy
ambientada, sobre todo por los universitarios y las calles están
llenas de espectáculos callejeros de sorprendente calidad y
grafitis muy interesantes.
Casitas de colores de Bellavista en Santiago |
El
barrio de Bellavista se caraceriza por sus casitas pintadas de vivos
colores ,y sus grafitis, al contrario que en otros sitios donde afean
a cualquier ciudad, son un atractivo más. Lo de los grafitis en las
ciudades es un auténtico problema.
Desde mi punto de vista, son uno de los ingredientes principales
para quitar atractivo a un lugar.
La venta de sprays debería estar tan controlada como la de las armas de fuego.
La venta de sprays debería estar tan controlada como la de las armas de fuego.
Isa, Yo y Víctor |
Karen
intenta explicarnos peculiaridades de la sociedad santiaguina. A
Isa y a mí nos llama mucho la atención la proliferación de
universidades por todas partes. Karen nos explica que la educación
en chile es muy cara y que hay muchas universidades, digamos que para
distintos bolsillos, y evidentemente, su calidad y prestigio van
generalmente
en consonancia
con su coste. Nos
cuenta también que los créditos universitarios son una costumbre (o
una necesidad) muy extendida, y que fácilmente un estudiante sin
recursos se puede encontrar pagando sus créditos universitarios
muchos años después de haber terminado la carrera. Mientras más la escucho, mas me convenzo que ese es el futuro que no espera en España más pronto que tarde. Terrible. Pero deagraciadamente creo que es el camino que estamos tomando.
Santiago
me parece una capital muy europea. Quizás demasiado. Aunque también
tiene su sabor local, sin duda. En nuestros vagabundeos con Karen,
nos llama la atención una calle con varios establecimientos con
números de neón. Nos explica que son moteles y que en Chile son
casi instituciones porque hay mucha costumbre de usarlos , según nos
contó es como más habitual que en España. Quizás
allá lo era igual hace años, cuando había menos permisividad, pero
aquí no tienen ese matiz sórdido, son como mucho más “familiares”,
por así decirlo, y según Karen, siempre están regentados por una
señora bastante mayor, que es la que te recibe. Como estamos un poco
achispadillas después de un par de cervezas,decidimos
intentar hacer una visita a uno y después de varios intentos
fallidos, en los que ciertamente nos recibió siempre una señora
mayor con pinta de matrona, al fin una nos permitió recorrer sus
dominios. Fue muy divertido.
Motel de Santiago |
Es increíble la cantidad de perros enormes que llenas las calles de Santiago. Y lo dóciles y cariñosos que son. |
Casa del barrio de Lastarria |
Los "pacos#(es como llaman a la policía), formando en la plaza de armas |
Una de esas cosas que nos hacen tanta gracia a los españoles en Chile |
La parte rica del cementerio |
Al día siguiente, visita al cementerio. No podía faltar. Isa tiene mucho interés en visitar la tumba de Allende y yo siempre estoy dispuesta a patear por un camposanto, que a estas alturas como ya sabrá todo el mundo que me lea, es, junto con los mercados, una de mis debilidades cuando visito una ciudad. La vida y la muerte.
Tumba infantil |
Mausoleo para los trabajadores del circo |
El cementario de Santiago
ha resultado uno de los más interesantes que haya visitado nunca, a
pesar de no ser ni de lejos el más bonito. Aluciné con la
separación y el contraste tan radical entre la zona de los ricos y
la de los pobre. Incluso aquí.
La parte de las tumbas
infantiles, llenas de juguetes y artefactos diversos para niños, es
bastante estremecedora. Hay una especie de pabellón dedicado a los
trabajadores del circo. Nunca había viso nada igual. A cada paso me encuentro una nueva sorpresa.
Frente
al monumento conmemorativo de los ejecutados por Pinochet, se
celebraba un acto por algún aniversario. Poca gente, y daban la
sensación de ser
los que se encuentran siempre en este tipo de actos. En todas partes
pasa igual. Pero la totalidad de los coches al pasar mostraba su
apoyo y simpatía. Uno de ellos, al pasar casi
se detuvo y puso
en la radio a todo volumen “el pueblo unido, jamás será vencido”.
Todo
el mundo empezó a cantar
.Fue emocionante.
Partece que ha habido un cumpleaños en las tumbitas de los nuños |
Tumba de Víctor Jara |
Tumba de Violeta Parra |
Monumento a los desaparecidos |
Ya he dicho que el pasado político de
Chile está muy presente aún en casi todas las cosas. En casi todas
las conversaciones. En todos los recuerdo. Incluso de los que no lo
vivieron directamente.
A Isa
y a mí nos gusta perdernos por la ciudad sin rumbo fijo e ir
descubriendo lo que nos vamos encontrando, aunque desgraciadamente, a
veces, hace falta un poco de organización. Por ejemplo, la visita a
La Moneda la habíamos programado para el penúltimo día y al final
no pudimos entrar porque han cambiado todo el sistema de acceso y
sólo se puede visitar con cita previa a través de internet y fue
imposible conseguirla. El cabreo de Isa fue de campeonato. Lo intentamos todo sin éxito. fue muy decepcionante.
Otras veces, elegimos un
sitio que nos apetece conocer y a partir de ahí recorremos los
alrededores. El día que comimos en el Mercado Central fue especialmente
divertido. Hay cientos de sitios donde elegir, sobre todo hay mucha oferta de marisco y pescado y literalmente se te echan encima desde
todos los locales para convencerte (casi arrastrarte) para que entres
en el suyo. Llega a ser un poco agobiante. Y lo más divertido es el
éxito rotundo que tiene Isa entre el público masculino. Se ve que
aquí gustan las rubias, y yo evidentemente, paso completamente
desapercibida, muchos piensan que soy chilena.
En el mercado central de Santiago |
Después
de comer vamos a la Piojera, un sitio supertípico y con mucha
historia. Ha sido escenario de acontecimientos políticos y artísticos y aún hoy lo sigue siendo, además de un icono de la cultura popular, por así decirlo. Manu Chao hace todas sus ruedas de prensa acá, por ejemplo. Doy fe de que su nombre, que sugiere insalubridad, sigue teniendo vigencia. Es un antro infecto, pero el ambiente de La Piojera un sábado a medio día es
indescriptible. Mucha gente, mucho ruido y muchas ganas de
divertirse. La bebida oficial es el “terremoto”, una especie de
zumo de piña con pisco y
rematado con merengue. Es enorme y si quieres uno más pequeño tienes que pedir una “réplica”. Se ve que aquí se toman con
humor lo de los sismos.
En la piojera |
La piojera |
Otro de los sitios que
teníamos muchas ganas de conocer es “La Chascona”, la casa de
Pablo Neruda en Santiago. Tenía tres casas en Chile, La Chascona en
Santiago, La Sebastiana en Valparaiso y la de Isla Negra. Por cierto, no sabía que chascona significa mujer con pelo crespo y rizado. Parece ser que así era el de Matilde Urrutia, su musa.
Me
encanta visitar las casas de la gente que admiro. A veces te
encuentras reconstrucciones sin ningún sabor, un rimero de objetos
cogidos de acá o allá y que se juntan en un puñado de estancias
donde se supone que alguna vez habitó el personaje
en cuestión. Pero otras, la suerte o el azar ha permitido que se
conserven tal y como eran y, como en el caso de La Chascona o la
Sebastiana, nos transmitan mucho de la personalidad de su
propietario. Además, en el caso particular de don Pablo, era una
persona que se ocupaba personalmente tanto de la distribución, como
de la decoración y en algunos casos hasta de la construcción. Para
él era muy importante estar en un sitio donde se encontrara a gusto
y donde pudiera recibir a sus amigos con comodidad.
Todo en la casa desprende
un poco de la personalidad del poeta, su poquito de excentricidad, su
gusto por disfrutar en compañía de los placeres de la mesa, su
forma de no haber perdido el niño que todos llevamos dentro. Me ha
encantado.
Rincón del jardín de la Chascona |
Detalle de una ventana |
Un toque surrealista |
U
La casa tiene muchos detalles marinos |
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